El gerente del club «La tortuga», Ralf Gonnewig, sostiene que los asaltantes, un grupo de rumanos, según sus sospechas, lograron datos acerca del establecimiento gracias a la ayuda de una serie de chicas de aquella nacionalidad empleadas en el club con la intención de espiar y recoger dicha información. El robo, indica Gonnewig, «fue denunciado directamente a la Policía Local».
En el asalto, los ladrones penetraron en uno de los pisos que se encuentran en el inmueble, llevándose el contenido de una caja fuerte en la que había dinero en efectivo y diversa documentación personal (pasaporte, documento nacional de identidad y permiso de conducir). Gonnewig apunta igualmente que el club ha «interrumpido todo contacto con las chicas mencionadas, además de con la banda sospechosa».
Los responsables del club quieren de este modo salir al paso de algunas informaciones que han relacionado este establecimiento con otra denuncia, relativa al secuestro por parte de un grupo de rumanos de dos personas para retener a una prostituta. Unos hechos ocurridos a finales del pasado mes de junio.
En este sentido, Gonnewig niega tajantemente que haya algún tipo de relación entre «La Tortuga» y cualquier banda rumana. Asimismo, reconoce que la chica que puso el rapto en conocimiento del Cuerpo Nacional de Policía estuvo en el club, pero que ya no hay ninguna relación entre ambos desde hace unos diez días, a lo que añaden su desvinculación total con el mencionado secuestro.
El rapto se vio motivado, según la declaración de la chica, con el intento por parte de un grupo rumano para que volviera a ejercer la prostitución, puesto que había abandonado el club para iniciar una nueva vida junto a su novio, de nacionalidad ecuatoriana. Por este motivo, relató, la banda secuestró al hermano de su novio y a un amigo y amenazó con matarles si ella no regresaba. Un operativo del Cuerpo Nacional de Policía logro detener a la banda tras establecer el canje en plena madrugada en el Paseo Marítimo de Eivissa.