La acusación particular reclama una pena de dos años de prisión, que lleva parejas las de inhabilitación profesional durante este tiempo, para un ginecólogo y una comadrona de Can Misses que tuvieron que sentarse ayer en un banquillo para responder de la muerte de un bebé ocurrida a los pocos días de nacer en el hospital el 23 de diciembre de 1998.
Para el fiscal, por contra, ambos actuaron con total corrección y con la celeridad posible durante la atención médica que recibió la paciente, cuyo hijo padecía supuestamente antes de nacer una enfermedad a la que los informes periciales atribuyen la causa originaria que motivó finalmente el fallecimiento.
«Sólo puedo decir que hubiera actuado igual con mi esposa o con la Reina de España», señaló al final del juicio el facultativo que asistió a la parturienta, una mujer natural del Magreb y que ayer mismo, curiosamente, volvió a dar a luz.
El médico y la comadrona se enfrentan a la acusación penal de imprudencia profesional grave después de que un informe forense señalara durante la instrucción que había existido sufrimiento fetal agudo sin que, al parecer, se relacionara con la grave enfermedad detectada luego al pequeño. La persona que realizó esta pericial, sin embargo, no ratificó ayer el informe y explicó que desconocía los estudios que hacían hincapié en la citada dolencia presuntamente padecida por el feto.
«Pese a esta circunstancia, lo que nadie puede negar es que existió sufrimiento fetal y que esto no se puede atribuir con total seguridad a la existencia o no de esa enfermedad», señaló el abogado que ejercía la acusación particular a la hora de las conclusiones.
Argumentó, además, cuestionando el tiempo que pasó la paciente sin dar a luz, que si se hubiera actuado con celeridad se podían haber al menos minimizado los daños que podía haber sufrido el pequeño.