«Hoy he venido a testificar en un juicio, pero yo, en cierta manera, nunca me he ido de aquí». Son palabras de Isidoro Turrión, casado y padre de dos hijos de 4 y 7 años, recogidas por este periódico en una conversación de pasillo hace pocos meses en los juzgados con motivo de una de las visitas de la Audiencia Provincial a Eivissa. Su declaración evidenció entonces los nexos que a él le unían con la isla, un lugar del que nunca perdió el contacto y donde dejó muchos amigos. Sus visitas a Eivissa las realizaba siempre que podía. Recientemente, de hecho, no quiso perderse un banquete de comunión al que fue invitado.
El comandante Isidoro Turrión , natural de Mallorca y de 40 años, estuvo destinado en el puesto de Sant Antoni desde 1989 a 1996. Todo ello compaginándolo con unos estudios de Derecho que ahora estaba a punto de terminar. En Sant Antoni, a Turrión, al que le toco vivir el crimen de Benimussa, aún se recuerda las buenas relaciones que logró entre la Benemérita y los vecinos, y sobre todo, su deseo de conseguir una localidad con orden contando con la ayuda de la Policía Local.
Quien lo conocía hacía mención expresa a su carisma, a su carácter afable, a su entrega y a su capacidad para adaptarse con brillantez a todas las situaciones. Turrión, un profesional con una gran formación no sólo humana sino también profesional, por lo que fue ampliamente condecorado, dejó la isla para ir destinado a Guatemala en misión humanitaria con la ONU. Allí mismo conoció su ascenso a capitán, motivo por el que fue destacado seguidamente al cuartel de Jaca hasta el año 2000. Su destino final y fatal fue Albacete, donde ejerció como jefe accidental hasta que se nombró a un nuevo responsable.