A pesar de que parecía imposible después de las siete horas que duró, ayer por la tarde quedó visto para sentencia el juicio contra tres ciudadanos chinos que están acusados de secuestrar y golpear en Eivissa a un compatriota suyo que, al parecer, debía dinero a uno de ellos. Precisamente en tratar de demostrar esto se basó la defensa de los dos chinos, que logró escuchar de boca de varios de los muchos testigos citados que, efectivamente, el chino supuestamente raptado debía una cantidad de dinero a su presunto secuestrador porque, años atrás se había quedado con una caja de herramientas y una máquina de albañilería propiedad, al parecer, de uno de los acusados. Por este motivo, los supuestos secuestradores pedían 3.000 euros a su víctima. Por este motivo, las abogados de los tres chinos descartan el delito de secuestro, aunque reconocen que sus clientes se tomaron la justicia por su mano, lo que supone un delito de realización arbitraria del propio derecho. Ayer, en la Audiencia Provincial, el fiscal mantuvo su solicitud de 10 años de cárcel para cada uno de los tres, ocho por secuestro y dos por lesiones, ya que, tal y como reconocieron los chinos, golpearon a su víctima, que permaneció supuestamente retenido durante unas 12 horas en la vivienda de uno de los acusados en la calle Ignasi Wallis, un tercer piso, hasta que se consiguió escapar por la ventana anudando sábanas, hechos ocurridos entre el 2 y el 3 de junio de 2003. Por su parte, la defensa alega que sus clientes son merecedores de una pena de seis meses de cárcel por las lesiones y seis meses de multa por el delito de realización arbitraria del propio derecho. Los acusados son X.W., a quien supuestamente la víctima adeudaba las herramientas, R.J. y C.J. A través de videoconferencia, habló el supuesto secuestrado, que reconoció a sus presuntos captores por la cámara y declaró: «Ellos me dijeron que la vida o el dinero, que pagara [los 3.000 euros] si quería vivir». La víctima contó que llegó a la isla en respuesta a una oferta laboral realizada por X.W., a quien conocía de trabajos anteriores, pero sin saber de quién se trataba (lo mismo relató el acusado), y que los otros dos implicados le fueron a buscar al aeropuerto y lo llevaron a la casa de X.W. en Ignasi Wallis. Al parecer, allí se reconocieron ambos. La víctima dijo que le pidieron que encargara a su hijo o cuñado que ingresara los 3.000 euros en una cuenta.
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