Tjalling Ferdinand Nicolaas V.K.V., el holandés al que la Guardia Civil atribuyó el sobrenombre de 'Carlos' y a quien en su día se consideró uno de los mayores traficantes de alucinógenos de Europa, prefirió ayer guardar silencio ante la Audiencia Provincial, tribunal ante el que finalmente se juega nueve años de prisión. El fiscal precisó que reducía la pena de 12 a 9 años de acuerdo con la nueva modificación del Código Penal, que fija ahora esta condena como máxima para este tipo de casos.
El presunto traficante sólo habló al final de su juicio, y lo hizo para decir que él no tenía nada que ver ni con los 138 kilos de chocolate supuestamente adulterado con psicotrópicos ni con los casi 16 kilos de MDMA en polvo y éxtasis que se hallaron en junio de 2009 en su domicilio de la calle Mediterráneo de Platja d'en Bossa. Y mucho menos con la dirección de ninguna organización de 'narcos'. Justificó su silencio por las supuestas amenazas que dijo haber sufrido él y su familia desde que fue arrestado.
El sospechoso, sin embargo, escuchó desde el banquillo cómo los testigos de su defensa lo presentaban como un hombre vulnerable, perteneciente a una importante familia holandesa, abocado a las drogas por un difícil pasado desde su infancia y víctima de una posible delación después de haber aceptado custodiar la droga que se intervino en su casa , al parecer, un día después de que se instalara.
Su abogado, además, pidió al tribunal su inmediata absolución al considerar que se cometieron «múltiples irregulares» en la actuación policial que concluyó con su detención y con el decomiso de la droga, 10 kilos de MDMA en polvo y otros seis de pastillas, estupefaciente valorado en 180.000 euros.
El acusado, que se encuentra en libertad provisional tras hacer frente a una fianza de 50.000 euros, ha estado un año y medio en la cárcel. Su abogado reveló que, su familia ha hecho frente a donaciones en apoyo de proyectos contra la drogas por valor de 9.000 euros y pagado otros 50.000 euros de adelanto de la multa. El letrado informó de que su cliente, a su vez, había entregado bienes como una embarcación y un vehículo para que sirvieran a la policía en la lucha contra el narcotráfico y que, igualmente, desde que salió de la cárcel sigue un estricto tratamiento de desintoxicación.
El principal argumento de la defensa se basó en que Tjalling Ferdinand Nicolaas V.K.V. cayó después de que la Guardia Civil siguiera una serie de pistas que, a su juicio, se obtuvieron vulnerándose distintos principios fundamentales. «Primero intentaron que cogiera unos paquetes que él rechazó. Luego lo siguieron para ver dónde vivía y, tras ello, le llevaron el chocolate a su casa. Tras detenerlo, consiguieron, por meras sospechas, una orden del juzgado y entraron en su casa. No todo vale», explicó su abogado.
Charly
El letrado, asimismo, mostró también su extrañeza por cómo se había desarrollado el envío de una mercancía que, según él, el sospechoso ni encargó ni contrató personalmente. Uno de los transportistas así lo comunicó mientras que el otro, dueño de la empresa, dijo que conocía al acusado por el nombre de Charly.
El misterio de los camioneros intoxicados
La detención del hombre al que la Guardia Civil identificó como 'Carlos' tuvo lugar después de que dos transportistas probaran sendas barras de chocolate que formaban parte de la mercancía destinada al acusado y terminaran en Can Misses sufriendo taquicardias y alucinaciones, extremo éste que químicamente no se pudo confirmar por falta de laboratorio de toxicología en este hospital. Más extraño fue luego el resultado de los laboratorios. El chocolate dio negativo en drogas, pese a que para la Guardia Civil dio positivo.