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Jóvenes historiadores y artistas de menos de 18 años

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Con motivo de la celebración ayer del Día Internacional de los Museos el Museo Monogràfic de Puig des Molins inauguró ayer una exposición muy divertida y original. Lleva por título Aprende, fent, y en ella se recogen todos los trabajos que se han llevado a cabo en los distintos talleres y cursos impartidos por los profesionales del museo para niños y jóvenes menores de edad desde el año 2003.

Según explicaron ayer a este periódico sus dos promotoras, la arqueóloga Carmen Mesquida y la restauradora Elena Jiménez, se trata de una muestra a la que han dedicado «mucho cariño» y que llevan mucho tiempo preparando. No en vano, han tenido que hacer una amplia selección ya que se recogen objetos de las épocas de los dinosaurios, la Prehistoria, los fenicios, los púnicos, los mesopotámicos, los griegos, los romanos y la Edad Media, tantos islámica como cristiana. «Es muy completa porque los asistentes podrán ver todo tipo de objetos, como coronas del Alto y Bajo Egipto hechos por niños de 3 y 4 años, dioramas jurásicos creados por pequeños artistas de 4 y 5 años, o sorprendentes lucernas o lámparas romanas que fabricaron los adolescentes de 16 años en nuestro taller arqueológico», aseguró ayer una orgullosa Carmen Mesquida.

Además, en la muestra se incluyen también otros temas que han formado parte de sus talleres y que tenían difícil encuadre, como la Navidad en el mundo, la dulce historia del chocolate, el barco de Noe o sobre la historia del circo, un taller que se impartió el domingo pasado.

Incluso, en la exposición Aprende, fent se pueden ver una serie de objetos que han creado tanto Elena Jiménez como Carmen Mesquida para que los niños y jóvenes de Eivissa «aprendan historia jugando y de forma divertida». Así, por ejemplo, están sus maletas didácticas, sus maletas de momificación y un sorprendente y original juego de mesa llamado Feniciopolis, un juego de rol en el que los niños aprenden geografía e historia mientras recorren el Mare nostrum antiguo buscando ser el mayor comerciante de todo el tablero. «Es algo que se le ocurrió a Elena y la verdad es que ha tenido mucho éxito porque a pesar de las nuevas tecnologías al final los niños son niños y les encanta jugar con algo que pueden tocar», explicó Mesquida.

Y es que los objetivos finales de esta exposición son dos: «Aprender historia de forma divertida y a través de juegos» y «que los niños y jóvenes entiendan que el museo es su casa y no una cosa aburrida».

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