La revista 'Hola' publica en su número de esta semana un amplio reportaje fotográfico sobre la figura del tenista manacorí Rafael Nadal, número uno del mundo y reciente ganador del US Open. El reportaje está ampliamente ilustrado con numerosas imágenes en las que Nadal posa en distintas estancias de su casa en Porto Cristo, así como otras instantáneas en las que el tenista luce elegantes diseños de Cerruti o Jacob Cohen como si de un consumado modelo se tratara. La publicación muestra algunas de las estancias de su lujosa vivienda, situada en un lugar privilegiado frente al mar, que cuenta con un amplio y completo gimnasio en donde el tenista puede mantener su excepcional forma física.
El reportaje aborda diversos aspectos de la vida de uno de los mejores deportistas españoles de toda la historia. En este sentido, hace un relato de la trayectoria del deportista, desde sus momentos más alegres -los numerosos triunfos en los torneos más importantes, US Open, Roland Garros, Wimbledon y el Abierto de Australia- a los más amargos, como las lesiones que sufrió el pasado año que lo apartaron varios meses de las pistas.
La vertiente más humana Nadal también es objeto del reportaje que ocupa doce páginas de la publicación. Al respecto destaca la gran calidad humana de un deportista excepcional que, desde la humildad, dentro y fuera de las canchas de tenis, ha logrado ganarse el afecto y el cariño de todos.
Rafa Nadal enseña su casa
Un extracto de la revista 'Hola' | Foto: Revista 'Hola'
Redacción Digital | Porto Cristo |
Querido Rafa, tengo 57 años de edad, y he seguido toda tu carrera de la mano de Diosque te dió un "Don" sin igual; aún tus halagos que llegan por distintos canales de cable, referidos a la Empresa Mapfre. Te juro querido, que tales cualidades no existen, pués he perdido la vista por un Infarto Ocular (trombosis por estres laboral ya que trabajaba entre 15 y 17 horqas diarias) que me sorprendió trabajando dentro de un automóvil de mi empresa; por lo que ya no podré seguir con actividad alguna, por favor, tendeme un manto de piedad que me permita al menos percibir lo que por ley me corresponde. Gracias, y que Dios te siga llevando de la mano.