La influencer Marina Arias y su pareja, Pepe García, eligieron Mallorca como escenario para su romántica boda, celebrada el pasado 25 de octubre, a pesar de no ser originarios de la isla balear. La ceremonia religiosa tuvo lugar en la emblemática Iglesia de San Nicolás, situada en el corazón de Palma, mientras que el posterior convite, que reunió a doscientos invitados, se desarrolló en la histórica Finca Morneta, en Binissalem. Este evento, documentado por la propia influencer en sus plataformas digitales, ha ofrecido una ventana a los detalles de una celebración que fusiona tradición, historia y el encanto mediterráneo.
La elección de Mallorca como telón de fondo para este significativo acontecimiento no solo responde a su belleza intrínseca, sino también a la infraestructura de lujo y servicios especializados que la isla ofrece para eventos de esta magnitud, consolidándola como un referente internacional para bodas de alto perfil. La ceremonia religiosa, uno de los momentos más emotivos del día, se ofició en la Iglesia de San Nicolás, un templo con una rica historia en el centro de Palma de Mallorca. Este lugar sagrado, cuya construcción original data del siglo XIV, ha sido testigo de siglos de historia y devoción.
Del antiguo templo parroquial, que probablemente consistía en una única nave con bóveda de crucería, solo se conservan hoy dos claves de bóveda, vestigios de una época pasada. A mediados del siglo XV, la estructura original fue derribada para dar paso a una segunda iglesia, de la cual aún podemos admirar el portal mayor, caracterizado por sus líneas austeras, y el portal lateral, donde se aprecian los escudos de armas de la influyente familia Pacs, importantes feligreses y mecenas de la construcción. El interior actual del templo, sin embargo, exhibe un esplendoroso estilo barroco, fruto de remodelaciones posteriores que le confirieron su aspecto actual.
Entre el patrimonio artístico que ha sobrevivido de las edificaciones medievales, destaca la pintura sobre tabla del patrón San Nicolás, que preside majestuosamente el retablo mayor barroco, y otra pintura que representa a un santo eremita no identificado, ambas obras de finales del siglo XV. Es fascinante recordar que, no muy lejos de esta iglesia parroquial, existió la capilla de Sant Nicolauet viejo, en la actual Plaça del Rosari, que fue demolida en el año 1836. Esta capilla sirvió de templo a los feligreses hasta que se concluyeron las obras del nuevo edificio, del siglo XIV, en su ubicación actual. Adosada al paramento exterior del ábside de la iglesia, se encuentra una piedra que, según la tradición popular, fue el lugar de descanso de Santa Catalina Tomàs mientras esperaba ser admitida en el Convento de Santa Magdalena, añadiendo una capa más de leyenda y misticismo a este ya de por sí histórico lugar.
Tras la solemne ceremonia, la celebración se trasladó a la Finca Morneta, un impresionante enclave histórico ubicado en Binissalem, que sirvió de marco incomparable para el convite. Esta fortaleza, cuya historia se remonta al siglo XIII, es mucho más que un simple lugar de eventos; es un testimonio vivo del pasado de Mallorca. Morneta es el nombre original de la alquería, ya documentada en el momento de la conquista de Mallorca por el rey Jaime I de Aragón en 1229. Los vestigios arquitectónicos presentes en las edificaciones de la posesión sugieren que sus orígenes podrían datarse incluso en la segunda mitad del siglo XI, durante el reino independiente de Mallorca, la primera Taifa, establecida en el año 1076.
Además, en su entorno se han descubierto evidencias de culturas talayótica, romana e islámica, lo que subraya la profunda conexión de este lugar con la historia milenaria de la isla. La Finca Morneta ha estado ligada a la celebración de bodas desde tiempos inmemoriales, una tradición que se ha mantenido viva a lo largo de los siglos. Un hito significativo en su historia reciente ocurrió en el año 1953, cuando Alfonso Vivo i Triay adquirió la posesión a la familia Gual de Torrella, como un regalo de boda para su hija Leonor Vivo i Squella. Exactamente sesenta años después, en 2013, se casaron en ella Nicolás Morell, biznieto de Alfonso Vivo, y Lucia Doglio, quienes son los actuales gestores de Morneta, perpetuando así el legado familiar y la vocación nupcial de la finca. Este lugar no solo ofrece historia, sino también una infraestructura excepcional para eventos.
La Finca Morneta se distingue por sus dos mil metros cuadrados de cuidados jardines, que se convierten en el escenario ideal para las bodas de verano, ofreciendo un ambiente idílico y natural. Sin embargo, sus espacios interiores no se quedan atrás en encanto y funcionalidad. La finca cuenta con una imponente Tafona, que data del año 1729, un Celler del siglo XVI y un Aljibe del siglo XVII, elementos arquitectónicos que no solo añaden un valor histórico incalculable, sino que también proporcionan ambientes únicos y llenos de carácter para cualquier celebración. Estos espacios, cuidadosamente restaurados, permiten a los invitados sumergirse en la rica herencia cultural de Mallorca mientras disfrutan de un evento moderno.
El banquete, según los detalles proporcionados por Vanitatis, fue una verdadera experiencia gastronómica para los invitados. El menú, diseñado para deleitar los paladares más exigentes, ofreció un exquisito carabinero asado con salsa de mantequilla, acompañado de patata fea y huevos con puntilla. Como broche de oro, el postre consistió en una torrija de brioche con leche fresca, helado de manzana asada y salsa Suzette, una propuesta dulce que fusiona la tradición con toques innovadores, dejando un recuerdo imborrable en los asistentes. La elección de estos platos subraya el compromiso con la excelencia y la gastronomía de vanguardia que caracterizó toda la celebración.