EFE-CHARLEROI
2 INGLATERRA: Martyn; Gary Neville, Campbell, Keown, Phil Neville; Beckham, Ince, Scholes, Wise, Owen y Shearer.
Cambios: Heskey por Owen; Barmby por Wise y Southgate por Scholes.
3 RUMANÍA: Stelea; Contra, Filipescu, Gheorghe Popescu, Chivu; Petrescu, Galca, Munteanu, Mutu; Ilie y Moldovan.
Cambios: Belodedici por Popescu; Rosu por Galca y Ganea por Ilie.
ÀRBITRO: Urs Meier (SUI). Amonestó a Chivu (m.18), Contra (m.41), Ilie (m.46), Shearer (m.64) y Filipescu (m.71).
GOLES:
Minuto 22, Cristian Chivu, 0-1.
Minuto 41, Alan Shearer, 1-1.
Minuto 49, Michael Owen, 1-2.
Minuto 58, Dorinel Munteanu, 2-2.
Minuto 89, Ioan Ganea, de penalti, 2-3.
Como sucedió en el Mundial de Francia 98, cuando Dan Petrescu le dio la victoria a Rumanía sobre el conjunto inglés (2-1) en Toulouse, el conjunto de Emerich Ienei creyó siempre en su manual de estilo, de fútbol al pie, y encontró al final ese premio que se le había negado en anteriores e incluso en este encuentro. Inglaterra, que tan sólo necesitaba un empate para acceder a los cuartos de final, fue una sombra de equipo. Estuvo siempre a merced del fútbol bien trenzado de los rumanos y tan solo mostró algo de ambición y juego ofensivo en los últimos minutos de la primera mitad.
En ellos consiguió empatar por medio de Alan Shearer, quien transformó un penalti de Cristian Chivu a Paul Ince, y luego adelantarse gracias a la velocidad de Michael Owen, quien recibió de Paul Scholes, superó con un ligero toque a Bogdan Stelea y marcó a puerta batida. Estos goles habían sido un injusto castigo para Rumanía, cuya superioridad había quedado reflejada antes en el juego, en las ocasiones y en el marcador gracias a un tanto, con algo de fortuna, del joven lateral zurdo del Ajax Chivu, quien superó a Nigel Martyn cuando lo que pretendía era centrar.
Rumanía, con Gheorghe Hagi nervioso en la grada "estaba sancionado" y el otro gran veterano, Gheorghe Popescu, en los vestuarios por lesión (fue sustituido en el minuto 32 por el «eterno» Miodrag Belodedici), estaba dando la cara. Querían ofrecerle a Hagi el premio de estar, al menos en cuartos, y por ello el 2-1 adverso al descanso no mermó su moral ni su ambición ni tampoco dio la tranquilidad necesaria a los hombres de Keegan, demasiado atenazados y sin el balón en su poder. Dorinel Munteanu, de un preciso zurdazo en el borde del área, devolvió la angustia al bando inglés. Keegan, nervioso, no encontró la fórmula ni con los tres cambios, todos en búsqueda de más contundencia. Ienei, un ilustre del banquillo rumano, sí que acertó.