Isidoro Santos (Efe) - GLASGOW
El Real Madrid, considerado el mejor equipo del siglo XX, se ciñó
la corona de campeón de Europa por novena vez en su historia con un
complicado triunfo sobre el Bayer Leverkusen (2-1) y engrandeció
aún más su prestigio, ganado, sobre todo, a base de éxitos en una
competición continental que ha teñido de blanco. En Hampden Park,
el mismo escenario donde hace 42 años Alfredo Di Stéfano, Ferenc
Puskas, Paco Gento y compañía transformaron el fútbol en arte y
conquistaron, ante el Eintracht de Fráncfort, el quinto título
europeo para el club blanco, el equipo que dirige Vicente del
Bosque hizo posible un final feliz para la temporada del centenario
del Real Madrid. La astucia de Raúl González y la genialidad de
Zinedine Zidane encumbraron al Real Madrid. Los grandes jugadores
siempre acuden a las citas importantes.
La victoria del equipo español no fue, ni mucho menos, fruto de una exhibición de fútbol como la de 1960, pero la recompensa es la misma. El Real Madrid manda en Europa, un territorio por el que sabe moverse mejor que nadie y donde se ha convertido en un equipo de leyenda. El duelo tuvo un comienzo trepidante, con una arrancada impetuosa del Real Madrid y una reacción casi inmediata del Bayer, un equipo atípico para ser alemán. El de Klaus Topmoeller no basa su fútbol en la fuerza física, aunque la tiene. Le gusta ser dueño del balón y lo maneja con criterio. Con esa virtud, presión en campo contrario y un trabajo sobresaliente entre líneas del turco Yildiray Basturk, creó muchos problemas al Real Madrid, sobre todo en el primer tiempo. Y eso que el equipo blanco se encontró el camino cuesta abajo a los siete minutos de juego. Raúl, muy listo, como siempre, superó por velocidad a Lucio tras un saque de banda larguísimo de Roberto Carlos, se internó en el área y batió a Jorg Butt con un disparo cruzado, suave pero muy bien dirigido. Fue el mejor comienzo que podía soñar el Real Madrid.
Pero el Bayer no se desesperó. No actuó con prisas tras el gol encajado. Reaccionó con inteligencia, ganó metros poco a poco y Lucio, en el minuto 14, enmendó el error que le costó el gol a su equipo con un perfecto remate de cabeza tras una falta lanzada por Bernd Schneider. El defensa brasileño puso otra vez al descubierto uno de los defectos que el Real Madrid parece incapaz de corregir desde hace mucho tiempo. Cada balón por alto en una jugada de estrategia del equipo rival le crea un sobresalto. El equipo de Vicente del Bosque acusó el golpe. Iván Helguera y Santiago Solari no encontraron espacios para distribuir el juego blanco desde atrás, Roberto Carlos entraba poco en acción cuando su equipo tenía el balón y Luis Figo, con su tendencia de irse al centro, hizo jugar a su equipo sin poder de desborde por la derecha.
Sólo Zinedine Zidane, que fue siempre el eje de juego madridista, y Raúl, que buscó con asiduidad muy la espalda de los centrales del conjunto germano, ponían en aprietos al Bayer. La estrella del Bayer, Michael Ballack no estuvo muy inspirado, pero su equipo puso contra las cuerdas al Real Madrid a base de triangulaciones y la movilidad de Basturk. En el minuto 22, César tuvo que emplearse a fondo en un mano a mano con Thomas Brdaric para enviar el balón a saque de esquina. La defensa madridista hacía aguas y el equipo blanco estuvo a la deriva en la recta final de la primera mitad, sin capacidad para imponer su calidad.
Fue la magia de Zidane la que sacó del aprieto al Real Madrid cuando más lo necesitaba, en el último minuto del primer tiempo. El francés firmó el 2-1 con una volea espectacular tras una internada por la izquierda de Roberto Carlos. Un gol de muchos quilates digno del jugador más caro del mundo El Bayer no fue el mismo tras el descanso. Dejó más espacios y más tiempo para pensar al Real Madrid y eso es darle demasiada ventaja a los hombres de Del Bosque. Sin un juego espectacular, el equipo blanco mejoró su imagen, tuvo más tiempo el balón en su poder y obligó a la zaga del conjunto germano a trabajar como se supone que hay que hacerlo en una final de Copa de Europa. Las ocasiones de gol, como en el primer tiempo, no abundaron, y el Real Madrid, que funcionó mejor como equipo, vivió al tramo final del encuentro sin pasar grandes apuros para conservar su renta hasta los últimos instantes en los que Iker Casillas efectuó tres excepcionales paradas que evitaron lo que pudo ser el empate para los alemanes.
Y después de una campaña marcada por las decepciones de perder la final de la Copa del Rey ante el Deportivo en su propia casa, el estadio Santiago Bernabéu, y caer hasta el tercer puesto del podio en la recta final de la Liga, el Real Madrid puede celebrar sus cien años de vida con el galardón más preciado. El equipo de Vicente del Bosque se jugó toda la temporada a una sola carta. Y ganó. En los últimos años, parece que el Real Madrid sólo da lo mejor de sí mismo cuando está acorralado y esa contra la pared. Llegó a Glasgow azotado por la sensación de fracaso, pero acabó bañándose en la gloria y agrandando todavía más su leyenda en una competición que siempre llevará su nombre. Segundos después de que el árbitro señalara el final del partido, los futbolistas blancos no tardaron en derramar lágrimas de campeón mientras enloquecian miles de madridistas.