Efe MOSCÚ
La capital rusa retornó ayer a la calma tras los violentos
disturbios protagonizados por centenares de vándalos junto a los
muros de Kremlin, los desórdenes más graves registrados en Moscú en
los últimos nueve años.
Al menos dos personas murieron, un civil y un policía, y más de cien resultaron heridas en la ola de violencia que sacudió ayer el centro de Moscú al término del partido de fútbol que Rusia perdió ante Japón 0-1, informó ayer el Ministerio ruso del Interior. Desde primeras hora de la mañana albañiles reponían los cristales de los escaparates de decenas de comercios en la calle Tverskaya, destrozadas por la turba de gamberros ebrios que durante varias horas sembró el terror en el corazón de la capital rusa.
Anoche, grúas de la policía retiraron varias decenas de automóviles quemados y destrozados por los protagonistas de los disturbios ante la total impotencia de las fuerzas policiales.
Fuentes de la Fiscalía General de Rusia informaron ayer de que más de cien fanáticos implicados en los actos vandálicos fueron detenidos por la policía. «No habrá excesos, pero los organizadores de los desórdenes serán castigados con todo el peso de la ley», declaró el fiscal general, Vladímir Ustínov.
Desde octubre de 1993, cuando una crisis de poder desembocó en enfrentamientos armados, Moscú no había sido escenario de tanta violencia. «Estoy convencido de que las autoridades locales y federales investigarán las causas y castigarán a los participantes en los desórdenes», declaró ayer el primer ministro ruso, Mijaíl Kasiánov.