Nemesio Rodríguez YOKOHAMA
¿Te imaginas acostado en la cama del hotel donde durmió David
Beckham? La verdad es que no, ¿dónde está el gusto? Hay que
preguntárselo a los miles de admiradores japoneses del «Spice boy»
de la selección de Inglaterra que han inundado de llamadas para
pedir reserva a la centralita del hotel Westin Awaji de Hyogo donde
se alojó el equipo durante el Mundial.
Los dueños del hotel se frotan las manos porque adivinan que de las 28 habitaciones del décimo piso van a sacar un dinero extra, sobre todo en la de Beckham, un jugador que parece más un divo de Hollywood que alguien que sale a un campo embarrado a mancharse las medias.
Beckham pasa por oler muy bien -lo dijo Ronaldo de su camiseta-, pero se supone que en los hoteles mudan la ropa de cama cada vez que accede un nuevo cliente a la habitación.
A uno le engatusan diciendo que tendrá el privilegio de dormir en la cama donde acostó su millonario cuerpo la estrella de Inglaterra. Uno va, se mete entre las sábanas y qué siente. Nada. El roce de una sábana. Tomas aire con fuerza y nada. Como todos los aires de las habitaciones de hoteles, acondicionado. ¿Y si no la han mudado? Eso es otro cantar. Uno va, se mete entre las sábanas y percibe aquel olor. A perfume, muy intenso. Ya puedes contar que te has acostado en la misma cama del futbolista inglés David Beckham y que olía a perfume.