Carlos de Torres ALTO DEL ANGLIRU
Roberto Heras (US Postal) volvió a demostrar su poderío en la
montaña y conquistó con autoridad el Angliru, donde se convirtió en
nuevo líder en una jornada de extrema dureza y diluvio final que
acercó al ciclismo a la épica de antaño. Heras jugó sus bazas en el
único sitio donde podía compensar su desventaja, y destrozó a todos
sus rivales, desbancando del maillot oro a Sevilla (Kelme), que
cedió 2:50 y superando también a su compañero y segundo de la
general Aitor González, quien se dejó en las tremendas rampas del
Angliru 2:16.
Beloki (ONCE), segundo a 1:35, mantuvo el tipo mientras perdía el rastro de Heras y padecía en solitario entre la niebla. Por detrás los ilustres también sufrían lo que no está en los escritos para salvar alguna opción de futuro, porque el presente se esfumaba. Aitor González dejó pronto a su líder Óscar Sevilla, el italiano Francesco Casagrande, tercero a 1:41, aparecía en la persecución e Iban Mayo, en otra gran actuación, iba de menos a más hasta lograr la cuarta plaza a 1:54.
El momento clave dejó un debate abierto. El director del Kelme, Vicente Belda, no encontraba explicación al ataque de Aitor González a 7 kilómetros de meta con Sevilla en apuros. Fue la espoleta que lanzó a Heras y que tal vez, arruinó un proyecto que pintaba muy bonito para el equipo alicantino cuando jugaba con dos opciones claras de triunfo final. Beloki, en río revuelto, salió ganando. Es cuarto en la general y con mucho que decir porque va a más.
El tiempo invertido por Heras en cubrir los 176 kilómetros de la decimoquinta etapa entre Gijón y el Alto del Angliru fue de 5:01:01. De la cima por excelencia de la Vuelta salió reforzado en su candidatura con un golpe importante, que no definitivo. Aitor le sigue el rastro a 35 segundos y Sevilla es tercero a 1:08.
En las primeras rampas del Angliru, Aitor Osa (Ibanesto.com) probó suerte, pero por detrás funcionaba la maquinaria del Kelme, con Tauler y Carlos García Quesada tensando la cuerda. Cuando a estos se les acabó la energía, llegó el momento crucial del ataque de Aitor. Quedaron al descubierto las debilidades de su líder y ahí empezó la refriega en una jornada inolvidable. El resto del escenario lo llenó Roberto Heras con su grandeza.