Francisco Àvila|BARCELONA
Al Barcelona se le presenta hoy (20.30 horas) una ocasión de oro,
en su sexta aparición en una final de la máxima competición
continental, de alzarse con el galardón más preciado, lo hará al
amparo de su público y ante un cualificado rival: el Benetton de
Treviso italiano.
El equipo azulgrana persigue este título desde 1984. Desde entonces, levantar la Copa de Europa se ha convertido prácticamente en una obsesión tanto para una generación de destacados jugadores (Solozábal, Epi, Norris, Jiménez) como para los frustrados seguidores que, año a año, esperaban la consecución del ansiado título.
Pero en esta edición, las cosas han cambiado mucho y se ve con optimismo la posibilidad de conquistar el título. El equipo se ha construido casi exclusivamente para ganar la Euroliga, se fichó al mejor jugador europeo posible (Dejan Bodiroga) y a un entrenador de prestigio (Svetislav Pesic) con la idea de cambiar la dinámica perdedora del equipo en esta competición (la Euroliga).
Y por el momento así ha sido. El Barcelona resuelve los encuentros más ajustados y no falla a la hora de la verdad. Ha pasado en el decisivo partido ante Olympiacos, cuando venció en una vetusta cancha, en una situación límite en la que, por ejemplo, los seguidores locales llegaron hasta mover la canasta para impedir que entraran los tiros libres del Barcelona.
Hoy el Barcelona tendrá una nueva oportunidad, la que puede resultar definitiva en una carrera sin fin que martillea a los azulgrana.