Carlos Moyà alcanzó por segunda vez en su carrera los cuartos de final de Roland Garros. La primera vez terminó levantando la Copa de los Mosqueteros en 1998 y este año va camino de repetirlo. Ayer doblegó con claridad (7-5, 6-3 y 6-2) a Jiri Novak y se medirá mañana martes con el holandés Martin Verkerk que derrotó a Rainer Schuettler. Carlos Moyà tuvo que esperar a que Gustavo Kuerten terminara los deberes ante Gastón Gaudio para saltar a la pista Suzanne Lenglen. Calzado con unas zapatillas viejas -estrenar modelo cada día le había provocado ampollas en ambos pies-, el tenista mallorquín inició el encuentro excesivamente nervioso. Falló dos derechas a media pista consecutivamente y permitió que Novak disfrutara de su primera pelota de break. El checo no aprovechó ni esa, ni las otras dos de las que dispuso después y el jugador balear se anotó el juego inicial.
Jiri Novak no sufrió para anotarse su servicio e igualar a un juego y disfrutó de una nueva pelota de break en el tercer juego cuando con 30-30 el juez de línea sancionó con falta de pie el primer servicio del mallorquín y Moyà terminaba cometiendo la primera doble falta del partido. El checo seguía sin inmutar el rostro. Se mostraba como un hombre frío y no cambió el semblante ni cuando desperdició su cuarta bola de break ni cuando Moyà dispuso de la primera en el juego siguiente.
La doble falta de Moyà parecía un espejismo porque el primer servicio funcionaba. Lo mismo conseguía aces con saques a 178 km/h, que puntos directos a 212 km/h. Ambos jugadores se mostraban seguros con sus respectivos saques y el primer set llegó al 5-5. El jugador balear servía y el cielo se volvió negro. Novak disponía de un 15-40 y el primer parcial se alejaba. De repente el primer servicio del mallorquín hizo su trabajo y se colocó 6-5.
Si el saque había sacado de un apuro a Moyà, una doble falta de Novak le puso en desventaja 15-40 en el duodécimo juego. El checo lograba salvar la primera pelota de set en contra con una certera volea de derecha, en la segunda el jugador isleño se tapaba bien el revés y conectaba una gran derecha de resto que le permitió anotarse el primer set (7-5).
Ganar el primer parcial provocó que Carlos Moyà despidiera los nervios y ganara en seguridad y precisión. Aunque sus porcentajes no eran muy altos, la sensación era que el servicio del jugador balear seguía funcionando. Además, como el revés continuaba siendo inestable, el tenista isleño optó por moverse de derecha en un mayor número de ocasiones y los puntos tenían un claro dominador.
El segundo set parecía romperse cuando Moyà logró el break en el cuarto juego, pero Novak se resistía y lograba equilibrar la balanza al romper en el séptimo. Pero en ese cambio Carlos se imaginó con dos sets a cero en el marcador y se mostró implacable. Ganó el saque del checo en blanco y sentenció en el noveno. Con un recital de servicio y derecha dejó el marcador de Novak a cero y encarriló definitivamente el partido (6-3).
El tercer parcial comenzó de forma peligrosa para los intereses de Carlos Moyà. El checo se había colocado 1-0 y 15-40, cuando el irregular servicio de mallorquín (cometió siete dobles faltas y 13 aces) volvía a sacarle de un apuro. Cuatro saques le permitían igualar el marcador a uno y desquiciaban a un Novak cuyo único síntoma era caminar cabizbajo.
Al juego siguiente el checo le regalaba el primer break a Moyà al cometer una doble falta con 30-40 y el mallorquín sentenciaba el encuentro al volver a hacer break en el quinto juego. Con 5-2 y 40-0, Carlos no quiso dejar la puerta abierta a una nueva machada de Novak (le había ganado los dos últimos partidos salvando sendas pelotas de partido) y terminó el duelo con un ace.
«Sin haber hecho mi mejor tenis estoy en cuartos, he ganado cuatro partidos y ahora sólo quedan ocho rivales y ya estoy más cerca del objetivo», aseguró Carlos Moyà al término del encuentro. El mallorquín señaló que tiene frescura física para afrontar lo que resta de competición, ya que salvo el partido contra Chela, no ha tenido encuentros largos. Para el ganador de la edición de 1998, es importante afrontar la segunda semana de Roland Garros «fresco de cabeza. No me gusta hablar de cosas mayores, pero cuando 120 jugadores se han ido a casa podemos pensar que es más fácil».
Carlos Moyà no estuvo solo en París. Pilar y Andreu Moyà, padres del jugador y que aparecen en la fotografía superior, presenciaron en directo el triunfo de su hijo sobre Jiri Novak. El mallorquín no accedía a esta ronda de París desde 1998, año en el que se proclamó campeón al derrotar en la final a Alex Corretja.