José Antonio Diego|PARÍS
Kim Collins, un velocista de 27 años nacido en San Cristóbal y
Nieves, abanderó en la final de 100 metros una inesperada
revolución que dejó fuera del podio a los colosos estadounidenses,
por primera vez desde hace ocho años, y al campeón de Europa, el
británico Dwain Chambers.
Con una marca personal de 9.98, Collins se plantó en la final sin ruido, relegado a la calle uno, la de los corredores modestos y con un tipo bien distinto al de los musculosos esprinters norteamericanos y británicos.
Con sólo 64 kilos de peso corporal para un cuerpo de 1,75 metros de estatura Collins ofrecía una imagen de fragilidad, pero sus piernas se movieron con inusitada fluidez frente a los pesos pesados y terminó venciendo sin necesidad de bajar de 10 segundos (10.07).
La revolución del esprint se completó con el segundo puesto (10.08) de un larguirucho corredor de 18 años, el trinitense Darrel Brown, que en las series había batido el récord mundial júnior con 10.01, y el tercero del veterano británico Darren Campbell con idéntico registro que el medallista de plata y el mismo que Chambers, pero éste último se quedó fuera del podio.
Tim Montgomery, el ser humano más rápido del planeta, sólo pudo ofrecer un sexto puesto a la madre de su hijo Tim, Marion Jones, que al final de la recta del estadio de Francia le esperaba ansiosa entre las cámaras de televisión desde su puesto de entrevistadora.
La final de 100 metros se presentaba más imprevisible que nunca, pero pocos esperaban que el plusmarquista mundial (Montgomery) y el campeón estadounidense (Bernard Williams) quedaran tan lejos de las medallas.
Por si fuera poco, Maurice Greene, tres veces campeón mundial, quedó eliminado en las semifinales al sufrir una lesión en el isquiotibial izquierdo. Hizo una gran salida (sólo tardó 129 milésimas en abandonar los tacos), y se puso rápido por delante, pero pocos metros después cedió en su impulso y terminó octavo en la segunda serie con un tiempo de 10.37.
El británico Jonathan Edwards, primer hombre que rompió el muro de los 18 metros y actual campeón olímpico y plusmarquista mundial, tuvo una triste despedida del atletismo. Su participación estuvo en el aire hasta el último día por culpa de una torcedura en el pie derecho, pero quiso decir adiós en París, con 37 años. Edwards hizo un primer triple de 14,06 que secundó con una pobre marca de 16,31 y ya no pudo seguir saltando.