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Fútbol

La tendencia derrotista

Veinte años después de la última victoria del Madrid en el Camp Nou, con un partido de Liga en juego, el equipo madridista rompió con la larga sequía sin obtener un triunfo y ayer noche se hizo con los tres puntos de forma incontestable en el Camp Nou (1-2).

La última vez que el Madrid se llevó los tres puntos del Camp Nou fue el 22 de octubre de 1983 (en aquella época la victoria valía dos puntos), tras imponerse 1-2 gracias a sendos goles de Juanito y Santillana. Un siglo sin remontar un partido en el bando barcelonista fue el argumento para que el Camp Nou acabase abatido en el minuto 37 cuando un gol de Roberto Carlos. Fue un golpe mortal y ya nadie apostó por el club catalán.

Un punto en cuatro jornadas, con el Espanyol en el horizonte la próxima semana, definen en qué estado de desgracia se encuentra el equipo que entrena el holandés Frank Rikjaard; completamente desdibujado y falto de aire.

El partido arrancó con un recibimiento bajo los parámetros esperados: griterío en contra para la recepción del Madrid, algo más intenso que el dispensado a la entrada del estadio, donde incluso la policía debió realizar alguna carga para alejar a los más inquietos que deseaban alcanzar el autocar madridista, y entrega de corazón para la salida del Barcelona.

Necesitaba el Barca un ambiente de esta carga emotiva para incrementar su maltrecha autoestima. Venía de vivir con la soga al cuello en los anteriores episodios de la Liga en los que sólo amarró un punto contra el Valladolid de tres choques disputados, y derrotas contra el Villarreal (2-1) y Málaga (5-1).

Pero rápidamente se constató las evidencias vertidas en los días previos a este choque: el partido era completamente desigual porque el Madrid está en otra onda y el Barca aún está atravesando una crisis de identidad y de objetivos.

En estas, y a pesar del ánimo incansable de su jugador número 12, y de minar el ánimo del portugués Luis Figo con insistentes insultos, el once barcelonista comprobó que la función no iba a con él. Igual que sucedió hace semanas en el mismo escenario, cuando el esforzado Panionios visitó el Camp Nou para un partido previsible (victoria del Barça 3-0) y en el que los griegos sólo pudieron correr tras los barcelonistas, el Barça vivió en sus carnes algo similar, aunque con la diferencia de que delante tenía al mejor equipo que hoy en día toca el balón.

Varios minutos le costó al Barca sacar el balón de su campo y hasta el 36, cuando Xavi lanzó una falta directa, el conjunto catalán no había inquietado a su rival. Para desgracia del Barca, en la siguiente jugada marcó el Madrid (0-1).

Se trataba de ver si el Madrid se ensañaría o si el Barcelona sería capaz de extraer 'algo' de su fútbol, lo que hubiese sido todo un acontecimiento pues su hinchada no recuerda qué día de hace ya muchos años remontó un partido.

Vista la primera parte, nadie hubiese apostado por el resurgimiento en el segundo tiempo; miedoso y cobarde en los primeros 45 minutos, la segunda parte del choque vio la mejor versión del Barça. La solución la había encontrado Rijkaard en el banquillo, al sacar a Quaresma y Overmars. Pero el Madrid ya no le perdona nada al Barça, ni cuando, como ayer, lo vio realmente herido de muerte. Kluivert marcó y se pensó en el sueño, pero el Madrid hacía ya muchos minutos que había decidido ganar.

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