José Antonio Pascual|GUIMARAES
La selección española quiere transmitir en estos días previos al
trascendental duelo ibérico ante Portugal una imagen de confianza,
de tranquilidad y de que no tiene miedo a nada ni a nadie en su
búsqueda de los cuartos de final.
Ni la condición de anfitrión del cuadro luso, ni la necesidad que tiene de la victoria, ni el colegiado sueco Anders Frisk, merman la fe del equipo de Iñaki Sáez, que mañana por la mañana volará a Lisboa desde el aeropuerto Sa Carneiro de Oporto para entrenarse por la tarde en el escenario del choque de mañana, el nuevo estadio José Alvalade XXI.
La selección española no entiende el halo de pesimismo que la rodea tras su empate ante Grecia. Los jugadores no están de acuerdo. Consideran que hasta el momento lo han hecho bien y que disponen de la ventaja de que el empate les es suficiente para estar en los cuartos de final.
«No tenemos miedo de nada», aseguró Vicente Rodríguez en su comparecencia ante los medios. Las caras desprenden seguridad, pero también responsabilidad. Y sinceridad. Los internacionales, pese a esa confianza en sus posibilidades y opciones, admiten que no superar la primera fase sería un «fracaso», palabra otrora 'prohibida' en el seno del equipo nacional.
Fernando
Torres, quien apareció ayer con la cabeza rapada al uno -labor
ejecutada por el bético Juanito Gutiérrez-, apuntó una visión
concluyente: «Lo que sí se ve es que cuando las cosas se ponen más
difíciles es que el grupo está más unido».
El ambiente sigue siendo idóneo dentro del grupo. Así quedó demostrado en el entrenamiento matinal del viernes. Donde Joaquín Sánchez fingió, de forma premeditada, una fuerte lesión en el rostro durante un partido de baloncesto que provocó la alarma en el cuerpo
médico, encabezado por Enrique González Ruano. El galeno y los fisioterapeutas acudieron rápidos y veloces, con rostro de gran preocupación, y todo acabó en risas y en abrazos al médico.