Maurice Greene afronta hoy en el estadio Olímpico un doble reto: restablecer su autoridad en la prueba reina de la velocidad y devolver el crédito al atletismo estadounidense, manchado con el escándalo de los laboratorios BALCO.
Su carrera perfecta y su gran registro (9.87) en la final de Sydney le confirmó como el atleta más rápido del mundo y el año siguiente defendió su puesto preponderante en los Mundiales de Edmonton, pero en los dos últimos años un puñado de adversarios le han perdido el respeto.
Greene, sin ser el corredor poderoso de Sydney, ha regresado con fuerza. Venció en los campeonatos de los Estados Unidos y ha vuelto a bajar de 10 segundos (9.91), y sin embargo no será el favorito. El jamaicano Asafa Powell, descalificado en los Mundiales de París por salida falsa, le ha batido dos veces este verano.
Powell, con ansias de revancha, será la principal amenaza para el trío estadounidense formado por Greene, Justin Gatlin y Shawn Crawford.
Maurice Greene y su compatriota Shawn Crawford intimidaron a sus rivales con marcas excepcionales en cuartos de final de 100 metros que auguran grandes registros sobre la pista en las dos últimas rondas.