Jorge Muñoa|ATENAS
Un día antes de viajar a Atenas, el 10 de agosto pasado, la medalla
de plata que España ganó en Los Àngeles'84 cumplió veinte años, una
cita histórica del baloncesto español que regresa del túnel del
tiempo en los cuartos de final de Atenas'2004, de nuevo con los
Estados Unidos al otro lado, la ambición de tocar un metal y la
pasión intactas. Juan Antonio Corbalán, Fernando Martín, Andrés
Jiménez, Juan Domingo de la Cruz, Ignacio Solózabal, Juanma López
Iturriaga, José Luis Llorente y sus compañeros grabaron su imagen y
su baloncesto en la mente del gran público, conquistaron un cariño
que hoy sigue latente y despejaron el camino a una generación de
campeones, algunos bebés por entonces, que ahora buscan de nuevo la
gloria.
Campeones en toda la extensión de la palabra. Campeones también graduados ante una selección estadounidense, la que acudió al Mundial Júnior de Lisboa'99. Pau Gasol, Felipe Reyes y Juan Carlos Navarro arrebataron el oro a los cachorros de las barras y las estrellas y por sus manos corre la savia ganadora de una selección cuyos integrantes dormían plácidamente mientras España escribía la historia en Los Angeles. El espaldarazo que el oro angelino supuso para el baloncesto español ha penetrado hasta el corazón mismo del nido americano. Los jugadores que el jueves van a interponerse entre España y las semifinales olímpicas ya no saldrán a la pista sin saber nada de los chicos españoles.
A Gasol le ven correr las canchas de la NBA a diario. Enfundado en la camiseta de los Memphis Grizzlies, asisten a sus mates, a sus tiros y a sus penetraciones. En las tiendas de los pabellones encuentran muñecos promocionales «bubbleheads» (cabezas de burbuja), con un cuerpo normal y una enorme testa que salta sobre un muelle. Miran la lista del draf' (sorteo universitario) y ven su nombre en el número tres -el primer europeo que sube tan arriba-.