El fútbol balear está en pleno movimiento. El grupo XI de Tercera división ha visto alterada su fisonomía más típica y lo que antes era un coto reducido a los equipos más poderosos del archipiélago, ha experimentado un giro radical y ha desembocado en una categoría abierta y equilibrada en la que un buen puñado de clubes cuentan con cosas importantes que mostrar. Buena prueba de ello es la clasificación de las dos últimas temporadas en las que Vilafranca y Peña Deportiva han roto con la habitual ristra de nombres que solían copar el palmarés para estrenar el suyo propio.
El título del conjunto pitiuso ha coincidido también con un fenómeno que va camino de acentuarse esta campaña: la descentralización del fútbol balear. Los equipos mallorquines han dejado de contar con el papel de favoritos en exclusividad y han cedido el protagonismo a las islas menores. Sólo así se entiende que los máximos aspirantes a levantar el título en mayo de 2005 sean la propia Peña Deportiva y el Sporting Mahonés. Dos plantillas de lujo les avalan y por el momento su vista se dirige única y exclusivamente al primer puesto en el que tras dos jornadas de liga se ha instalado un poderoso Poblense.
En el caso del conjunto de Santa Eulària, su crecimiento resulta menos sorprendente porque se hizo visible durante el campeonato anterior. La llegada al banquillo pitiuso de Carlos Simón reactivó sus ilusiones y deseos, que se concretaron tras muchos años de historia en un título conseguido con relativa comodidad después de 38 jornadas en las que su mejor argumento consistía en la regularidad. Conservando la base principal de su último proyecto y añadiendo a su plantilla algunos nombres de enorme valía, el cuadro ibicenco ansía reeditar su mejor ciclo para buscar un nuevo asalto a la fase de ascenso y tratar de sacarse la espina de su última participación, en la que el Levante B -equipo que posteriormente logró el ascenso- le dejó en el camino a las primeras de cambio. Su técnico Carlos Simón ha evitado colgarse la etiqueta de favorito y cree que el hecho de que su plantel sea el vigente campeón «no significa nada importante». El entrenador argumenta que «en nuestra plantilla se han marchado siete u ocho futbolistas que hemos tenido que reemplazar por otros tantos y no sabemos de que manera va a afectarnos. Además, debemos tener en cuenta que otros equipos, como Sporting Mahonés o Manacor, se han reforzado muchísimo y también van aspirar a todo. Tampoco podemos olvidarnos de Santanyí, Poblense, Eivissa y Constància porque seguro que estarán en la parte alta al final del campeonato», explica. A la hora de referirse a su propio vestuario y de las pretensiones del club en los próximos meses su objetivo es claro: «Intentar quedar los más arriba posible».El comienzo del grupo santaeulariense no ha sido tan rotundo como era de esperar y aunque el resto de equipos le siguen observando desde la desconfianza, por el momento sólo aparecen dos empates -ante Campos y Playas de Calvià- en su hoja de servicios. El técnico justifica ese arranque dubitativo con el eterno problema de la doble insularidad que afecta a los equipos menorquines e ibicencos, que cuentan con muchas menos opciones a la hora de planificar el trabajo de la pretemporada. «Ahora estamos en plena fase de rodaje porque en verano apenas tenemos opciones de disputar partidos amistosos. Salir a la península nos supone un gasto que no podemos afrontar y tampoco tenemos la posibilidad de que vengan a Eivissa equipos foráneos ya que es imposible encontrarles alojamiento en la isla», apunta el preparador.