Era un día reservado para los fastos de Fran y Mauro Silva, pero andaba el Mallorca muy necesitado como para ir poniendo velas a las tartas. Angustiado porque el torneo se consumía y el Levante seguía por delante, el grupo de Cúper llegó a Riazor con las urgencias de un enfermo. Por eso no le hizo ningún guiño a las celebraciones deportivistas y por eso en apenas diez minutos ya se había granjeado un excelente futuro por el partido, al que fracturó muy pronto. El Mallorca tuvo suficiente con un par de acelerones de Okubo para darse una alegría y darle un revolcón a su situación en la Liga, que ahora es algo más plácida. Ha acelerado el Mallorca en el momento oportuno, justo cuando más calentaba el sol, y ahora se encuentra por delante del Levante y a un partido de sellar la permanencia en Primera (0-3).
Tardó poco en arrearle el Mallorca al Deportivo, lo que necesitó Okubo para encontrar el espacio y tirar una carrera. Andaba el Deportivo con lágrimas en los ojos por el homenaje a Fran y Mauro Silva y el equipo de Cúper advirtió que era el momento de darle un achuchón a la cita. Okubo lanzó un desmarque hacia la derecha, rajó a Romero con un notable quiebro y puso el balón en el área, en la que irrumpió Farinós para empujar la pelota de forma placentera a la red (minuto 9). Determinante en el tramo final del torneo, el delantero japonés ha asumido una enorme cuota de responsabilidad en el equipo, que le ha convertido ahora en un icono del contragolpe. Se acercó al gol en Pamplona, creció ante el Athletic y ayer le atizó al Deportivo, un grupo excesivamente blando de cintura para abajo. Okubo encontró un chollo en la banda izquierda, a la que calló con un esfuerzo generoso. Allí comprobó que Capdevila no cerraba y que Romero anda algo torpe como central, y decidió el nipón concederse un partidazo. Siempre se movió con sentido.