Francisco Avila|HAMBURGO
Italia disputará por novena vez unos cuartos de final, sin Alessandro Nesta ni Marco Materazzi, dos de sus puntales defensivos, en los que se medirá a la novata Ucrania, que en su primer Mundial se ha metido en el grupo de los ocho mejores. Por historia, Italia es favorita. Por juego, no tanto. Los ucranianos se han rehecho perfectamente del varapalo sufrido contra España en su estreno (4-0) y ahora saben que toda la presión la tienen los azzurri, tres veces campeones (1934, 1938 y 1982), y un país con una gran tradición futbolística.
Marcello Lippi no podrá disponer de dos de sus puntales defensivos. Nesta, que ya no pudo jugar en los octavos frente a Australia, continúa lesionado, mientras que Materazzi fue expulsado en el encuentro ante los oceánicos y está sancionado. Tampoco Danielle de Rossi, expulsado ante Estados Unidos en la primera fase, está aún disponible. Sólo lo estaría en la final. Después del fallido intento ante Australia con la entrada de Alessandro del Piero, Lippi volverá a su idea original con Francesco Totti, de nuevo un «intocable», como director de orquesta, acompañado de Gattusso, Pirlo y Perrotta, con Mauro Camoranesi, con quien la estrella «azzurra» se compenetró muy bien en el partido ante la República Checa, como cierre del cuarteto si opta por una sola punta.
En la delantera, y como es habitual en las fases previas a los partidos, Lippi se debate entre alinear uno o dos atacantes. Alberto Gilardino y Luca Toni juntos o el primero en solitario en punta. En defensa, Lippi sólo dispone de un central, Andrea Barzagli para ser alineado ante las bajas de Nesta y Materazzi. Por la derecha jugará Zambrotta, Cannavaro en el centro y por la izquierda Fabio Grosso, el sorprendente protagonista del triunfo ante Australia, ya que forzó el penalti en el minuto 94 que después Totti transformó en el único tanto del partido.
El duelo con Ucrania tiene todas las trazas de convertirse en una batalla en el centro del campo, con el peligro Andrei Shevchenko preparado para el gol. Pirlo y Gattuso lo conocen bien por los años que compartieron en el Milán.
Oleg Blokhin cuenta con la baja de Andrei Voronin y el retorno de dos jugadores: Vyacheslav Svidersky y Andriy Rusol, quienes no pudieron jugar ante Suiza a causa de sendas suspensiones.
Para Ucrania, el vivero de la antigua selección soviética, lo conseguido hasta ahora en este Mundial, su primera Copa, es histórico, independientemente de lo que ocurra en el partido ante Italia que podría ser la guinda del pastel.
El principal quebradero de cabeza para Blokhin es la baja de Voronin, que le obligará a cambiar su sistema de juego para alinear un clásico 4-4-2. Dispone de diferentes alternativas, una de ellas es retrasar a Rebrov y situar a Vorobei como pareja atacante con el insustituible Shevchenko.
Otra opción sería alinear a Artem Milevski, un talentoso centrocampista del Dinamo de Kiev, en la medular y dejar en ataque a la pareja formada por Rebrov, quien jugará su partido internacional número 75 con Ucrania, y Shevchenko, autor de 31 goles en los 68 encuentros disputados hasta la fecha.
El equipo ucraniano es imprevisible. Después de los cuatro goles encajados en su estreno, no han concedido ni uno sólo en los tres partidos siguientes (Arabia Saudí, Túnez y Suiza).