Carlos Román (Valencia)
En pleno debate sobre la efectividad de sus delanteros, el Mallorca ha recuperado el pulso del campeonato. El conjunto que dirige Gregorio Manzano se rebeló ayer contra su habitual falta de pegada y moldeó una victoria gris y ajustada, pero también fundamental para mejorar su calidad de vida y ampliar el horizonte. La escuadra isleña expuso ayer su versión más efectiva sobre la pasarela de la Liga y le asestó un durísimo golpe a uno de esos equipos a los que conviene tener sometidos.
En esta ocasión, al plantel balear no le hizo falta amontonar ocasiones para volcar el encuentro. Una oportunidad, un gol, tres puntos. El técnico jienense tendrá ahora otra pequeña dosis de tranquilidad para seguir dándole forma al proyecto y buscar el salto de calidad que hasta ahora se le había negado una y otra vez (0-1). Teniendo en cuenta como había funcionado hasta ahora el campeonato, el comienzo de partido fue totalmente atípico. Para empezar, el ambiente hostil del que se había hablado durante la semana se quedó en nada y eso permitió al Mallorca afrontar el encuentro sin ninguna presión, entre una calma absoluta.
Manzano encaró la cita siguiendo la fórmula habitual aunque le dio una vuelta de tuerca al once y le aplicó algún que otro retoque destacable, sobre todo en la zona ancha. Pereyra recuperó los galones en el círculo central y Tuni, que había estado desaparecido desde la segunda jornada, volvió a lucir el brazalete tras instalarse en el carril izquierdo. Arriba se imponía de nuevo la dupla Maxi-Arango y tanto Tristán como Bosko Jankovic tenían que esperar su oportunidad en el banquillo.