Jugar sin primer saque en el tenis actual es un handicap demasiado alto, incluso para Rafael Nadal. El tenista mallorquín debutó en la Copa Masters con mucha precaución para no resentirse de sus molestias en las abdominales y terminó entregando el primer partido. El bicampeón de Roland Garros se pasó todo el duelo ante James Blake sin servir a su nivel habitual y eso, ante uno de los jugadores que resta con mayor agresividad del circuito, es un pecado mortal (4-6 y 6-7). Pese a la derrota, la tercera en tres partidos frente al americano, las opciones del mallorquín de clasificarse para semifinales siguen intactas. Antes de empezar el partido estaba claro que iba a ser imposible que ninguno de los jugadores cerrara el duelo sin ceder su saque, como hizo en varias ocasiones Rafael Nadal en Wimbledon o como completó el domingo Andy Roddick en Shanghai. Y de hecho todo el encuentro fue una constante alternativa al resto. Que si un break de Nadal. Que si una rotura de Blake. Y en ese intercambio de golpes el balear echó en falta el ritmo de partidos. Una derrota a la que no hay que dar demasiada importancia.
El primero en avisar del cauce que iba a seguir el partido fue Nadal. Después de que ambos sumaran sus primeros saques sin demasiados problemas (1-1), el tenista mallorquín se colocó con 0-40 en el tercer juego. En ese momento Blake, que no arrastra ninguna molestia que le pueda perjudicar en el saque, echó mano de su servicio y logró salvar su primera situación comprometida (1-2). El choque comenzaba a enloquecer, y el estadounidense también trató de golpear en el siguiente juego. Nadal afrontaba un 15-40, pero un error de Blake en un resto de segundo saque y un punto ganador del balear le permitieron equilibrar de nuevo el duelo (2-2). Nadal y Blake parecieron darse una tregua (3-3), pero el balear volvió pronto a la carga. En el séptimo juego, después de colocarse 0-40 y que el americano lanzara una derecha demasiado larga, Rafael Nadal conseguía el primer break del encuentro (4-3). Parecía una rotura definitiva y que el primer parcial iba a caer del lado mallorquín, pero el estadounidense no había dicho la última palabra.James Blake es un tenista que acostumbra a golpear muy duro de resto, y desde ese momento se volvió todavía más agresivo. Consciente de que el primer saque de Nadal viajaba a velocidades inferiores a las habituales -su saque más rápido fue a 190 km/h y el más lento a 137 km/h-, el estadounidense se metió muy dentro de la pista y pasó a dominar el juego con claridad. El mallorquín levantó las tres primeras pelotas de break con el corazón, pero en la cuarta entregó el juego (4-4). James Blake, que alternaba juegos al saque con un porcentaje de primeros servicios muy alto, con otros muy bajo, sirvió en ese momento a un gran nivel y se marchó al cambio con ventaja (4-5). Cuando Rafael Nadal hablaba de confianza para momentos importantes se refería a situaciones como ésta. Y en ese momento echó en falta el ritmo de partidos. Se encontró con un 30-40, falló el primer saque y jugó todo el punto a remolque, hasta que lanzó un revés a la red (4-6).