Patricio Lagomarsino
El Athletic de Bilbao empujó un poco más al abismo al Mallorca al derrotarlo por 1-3, con un gol de Etxeberría y con dos goles de Ismael Urzaiz, auténtico martillo de un equipo que con Mané en el banquillo ya suma 10 de 12 puntos posibles y que continúa escalando posiciones en la Liga.
El Mallorca se quedó mudo, helado y sin respuesta ante la superioridad del Athletic. La cuarta derrota consecutiva en la Liga abre las peores perspectivas para el equipo de Gregorio Manzano, que sólo ha ganado un partido esta temporada, al Espanyol (1-0) el pasado 24 de septiembre.
El autogol de Expósito, en un salto con el venezolano Juan Arango, daba ciertas esperanzas a los locales, pero de nuevo, un grave error defensivo que aprovechó Etxeberría le condenó en otra tarde horrible para los locales.
El partido siempre tuvo color visitante. Urzaiz emergió como un meteorito (minuto 30) para cabecear de forma impecable y batir a Prats, en un momento clave, porque ninguno de los dos equipos daba signos de lucidez y parecían incapaces de abrir el marcador. Estaban el Mallorca y el Athletic justificando sus limitaciones ante el paciente público balear, cuando Yeste sacó un córner desde la derecha para que irrumpiera con fuerza el veterano delantero rojiblanco con un testarazo impecable.
Lo mismo hizo en la segunda parte. Otra vez, aprovechó de forma magistral un pase de Yeste. Fue una pesadilla para la zaga local hasta que fue sustituido por Aduriz (minuto 73).
El Mallorca acusó el golpe. Con el venezolano Juan Arango desaparecido, el 'Caño' Ibagaza con pocos espacios y maniatados en las bandas Jonás y Jankovic, el equipo de Gregorio Manzano -que renovó su contrato hasta el 2008- deambulaba por el campo como alma en pena.
Además, la suerte también parece haber abandonado a los rojillos este año. El palo, y también un providencial Aranzubía, evitó el gol de Varela (minuto 6), y un defensa sacó en la misma línea de gol un cabezazo de Ramis (minuto 43). Fueron dos acciones aisladas que no ocultaron los errores y el mal juego de los insulares, atascados en la zona ancha y absolutamente inofensivos en el ataque. El Athletic, en cambio, hizo lo justo, pero todo bien.