Sus intervenciones enmudecieron el añejo estadio ‘Barranco del Lobo' de Villarrobledo hace dos semanas. Antes de que Néstor Trujillo, en el 94', inclinara la primera eliminatoria de ascenso a Segunda B para el Formentera, Marcos Contreras Fariñas (Sevilla, 16/08/1985) se había convertido en el héroe del conjunto de Luis Elcacho tras ceder un único gol -y de falta directa- en 180 minutos frente al potente colectivo albaceteño. El guardameta secuestró los titulares de todas las crónicas gracias a su crédito bajo el arco rojillo, y el pasado domingo prolongó su ventura en la fase de ascenso dejando su meta imbatida frente a la Montañesa. Los tantos de Piquero y Armando en la segunda mitad convierten a Marcos en uno de los grandes protagonistas para el encuentro del próximo domingo en Nou Barris (12,00 horas). Alcanzar la final por el ascenso está en sus manos, las extremidades de un todo que conforma el sólido bloque de Luis Elcacho.
Pero la gloria de Marcos Contreras no es flor de un día. El sevillano viene de conseguir su segundo trofeo ‘Zamora' consecutivo en la Tercera balear y su hoja de ruta incluye un ascenso a la categoría de bronce con el Alcalá de Guadaira. Galones no le faltan al meta andaluz, uno de los pocos futbolistas de la categoría que puede presumir de contar con su propia peña, ‘Los Fariñas'. Marcos es adorado en Formentera no solo por sus paradas, también por su carácter cercano y su vocación protectora y educativa con los más pequeños. Es un ejemplo a seguir fuera y dentro del terreno de juego, de ahí que su particular visión sobre la actualidad rojilla sea (poco menos) palabra de Dios.
El análisis de Marcos
«No creo que esté en mis manos pasar la eliminatoria», sostiene con sincera humildad. «Es el trabajo de todo el equipo. Ya vimos el domingo que sin yo tener una actuación destacada –el viento le jugó un par de malas pasadas– el equipo logró mantener la portería a cero». Marcos confiesa que en el vestuario se respira un clima «de ilusión y mucha confianza» pero, a título personal, el guardameta reconoce tener «una sensación rara, de alegría contenida porque queda mucho por hacer». «Hay que seguir con los pies en el suelo», implora el cancerbero sevillano.