Jordi Grimau (Barcelona, 17-06-1983) es un jugador profesional de baloncesto que organizará un campus con su nombre el próximo mes en Can Coix. Formado en el Barça y campeón de Copa con el Baskonia, el catalán, que este curso jugó en el GBC, vive con su familia en la isla durante el verano y pretende ayudar a impulsar el ‘basket'.
—¿Hablar de Eivissa es hacerlo de su segunda casa?
—Desde hace años, cuando acaba la temporada, siempre vengo aquí. Mi mujer es ibicenca; mis niñas nacieron aquí y tengo casa aquí. Es casi mi residencia habitual salvo cuando estoy de temporada deportiva la ciudad en que me toque. Eivissa es un lugar en el que estoy muy a gusto. También mi hermano tiene vivienda aquí. Hemos hecho de la isla un núcleo familiar.
—El próximo mes celebra la primera edición del Campus Jordi Grimau. ¿Qué pretende con ello?
—Era una de mis ilusiones. Vivo en Sant Antoni y pretendo que suene más el baloncesto, ya que en la isla no tenemos la suerte de que sea un deporte habitual ni que salga usualmente en los medios. Sin embargo, sí es cierto que hay un número elevado de equipos de base y de jugadores federados. La intención es que siempre haya jóvenes que puedan tener la oportunidad de salir de la rutina, estar conmigo entrenando y con entrenadores de fuera experimentados. Se trata de trabajar algo distinto, divertirnos e ir inculcando ese gusanillo de baloncesto para enganchar gente nueva en la isla.
—¿Qué se le pasa a una persona como usted, de la elite nacional, cuando viene a Eivissa, una isla con nombre y potencial, y comprueba que aquí el baloncesto no explota?
—Sorprende un poquito que nunca se hayan dado los factores, exceptuando el baloncesto femenino hace unos años, para tener algo de elite en baloncesto y en el deporte general. Nos falta eso en la isla, que la gente pueda tener la opción de enganchares así al ‘basket'. Es algo pendiente y, con el tiempo, estaría bien intentarlo, porque es un sitio bonito para que haya baloncesto.
—¿Le servirán la isla y el campus para desconectar tras el descenso del GBC?
—Fue un final duro. Es la primera vez que vivo una situación así. Se nos fue el jugador más importante, tuvimos lesiones y acabamos dependiendo de una victoria en los tres últimos partidos, que no conseguimos, y de una derrota del Manresa en casa del Real Madrid, donde no había ganado en 28 años y lo hizo. Fuimos víctimas de la resaca del Madrid, del buen partido del Manresa y de nuestra incapacidad a final de temporada. El campus, con los jóvenes, servirá para desconectar. Tengo ganas e ilusión por transmitir a quienes se apunten algo diferente en el baloncesto.
—¿Por dónde pasa su futuro ahora?
—Llevo muchos años en la ACB. Por un lado, me gustaría continuar y unirme a algún proyecto, o ver las opciones del GBC de continuar en la liga. También tengo ilusión por jugar en el extranjero. La crisis en el baloncesto español ha sido fuerte. Ha caído en los últimos cinco años. Para los veteranos y los que empiezan a salir es una opción que debemos plantearnos.
—Este miércoles cumple 32 años. ¿Con qué se queda en su larga trayectoria deportiva?
—Con el día a día. Lo más bonito es la vida que te puede permitir más allá de tener buenos o malos contratos: viajar, conocer gente, estar con mi mujer en muchas ciudades... El modo de vida que te permite el deporte es privilegiado.
—Sergi, Roger y Jordi, tres hermanos, tres baloncestistas. ¿No se aburren sus padres en las cenas de Navidad con tanta charla de baloncesto?
—No te creas (risas). Con el paso del tiempo, tendemos a hablar menos de eso. Las anécdotas, al final, son siempre las mismas. Recuerdo que se dividían para llevarnos por toda Barcelona. Mi hermano Roger jugaba en una punta de la ciudad, yo, de pequeño, en el Barça y mi hermano mayor fue el pionero, al que íbamos a ver jugar.
—Los Gasol, los Jofresa, los Martín... ¿Cómo le gustaría que se recordara a los hermanos Grimau?
—Lo normal es que se recuerde a Roger, que es el que ha estado más arriba y ha ganado títulos importantes. Con ser recordados por haber aguantado tanto tiempo arriba, porque no se trata sólo de llegar, basta.