Dani Sánchez (Avilés, 11-01-1980) es uno de los mejores piragüistas del mundo. Lo dice su currículum, en el que puede presumir de haberse subido al podio en Copas del Mundo y en el Campeonato de Europa, donde fue tercero. El pasado fin de semana se proclamó campeón sénior de la segunda prueba de la Copa Balear de kayak de mar, en Sant Antoni, un triunfo que agradece pero que se queda pequeño al lado de su gran objetivo: ser campeón continental.
—¿Cómo le fue la cita de la Copa Balear?
En Balears se celebra la copa balear. En cada isla se celebra una prueba. Tenemos muy buen nivel. Balears es la potencia nacional y los mejores rivales los tenemos aquí en casa. Era una buena oportunidad para medirse a ellos, un buen test de cara a las citas nacionales y las pruebas internacionales.
—Para un deportista con su currículum, ganar una prueba balear debe ser de lo más corriente.
—Es un buen test de cara a las pruebas, entre comillas, más importantes, pero ganar en casa es un aliciente. Hacía tiempo que no lo hacía porque las pruebas internacionales venían muy seguidas de las que se hacían aquí y llegaba un poco machacado. Tenía ganas de ganar aquí. Ya me tocaba.
—Podios en citas internacionales, bronce europeo... ¿Qué supone para usted estos resultados?
—Motivación. Ya no soy un chaval. Todavía me queda cuerda, pero cada vez cuesta más. Llevo como quien dice toda la vida encima de la piragua y cuesta encontrar motivación. Levantarse todos los días para entrenar duro y machacarse cuesta mucho.
—¿De cuál éxito guarda mejor recuerdo?
—Para mí, la medalla de bronce en el Campeonato de Europa es lo más importante de mi currículum. He ganado una copa del mundo el año pasado, que también es muy importante, y en las World Series, que es donde están todos los gallos, hice un quinto puesto en San Francisco, que también es muy importante. Lo recuerdo con especial cariño.
—¿Con qué lugar se queda de todos los que ha podido visitar por el deporte?
—He tenido la gran suerte de haber sido el primero que fue a entrenar con el que era campeón del mundo, el mejor de la especialidad. He estado en su casa y he sido su sombra durante un mes o mes y pico en Ciudad del Cabo. Es el que me ha metido el gusanillo en esto y guardo un especial cariño de los entrenamientos allí, que fueron durísimos. He llegado a llorar entrenando. Con eso lo digo todo, por no hablar de los tiburones blancos, orcas y esas cosas. Es el sitio que más me ha tocado el corazón.
—¿Ha entrenado con tiburones alrededor?
—Hemos tenido uno debajo. Yo no lo vi, pero Dawid Mocke, que es el sudafricano campeón del mundo, sí. Yo llevaba una cámara y él me la pedía para tomar una foto con los pies por fuera. Yo decía ‘este tío está loco'. Allí eso es el día a día.
—Usted se inició en otra modalidad que no es el kayak de mar, ¿no?
—Sí. Yo soy asturiano y allí vengo de aguas tranquilas, de la especialidad olímpica y del maratón. También bajaba algún río. La especialidad que ahora hago es el surfski o kayak de mar, que lleva unos nueve años en España y lo conocí cuando llegué a Eivissa.
—¿Cuál modalidad le gusta más?
—La que más me gusta es el surfski. Es la que va mejor con mis condiciones físicas y la que más me ha dado.
—¿Cuántas horas de entrenamiento son necesarias para llegar tan lejos?
—Es muy sacrificado, porque no es solamente subir a la piragua, sino correr, ir mucho al gimnasio y también hay que nadar. Es un deporte que, si lo dejas unas semanas, pierdes muchísimo. Sin embargo, subir un escalón cuesta mucho. Hay que entrenar casi a diario, en sesiones dobles si puedes. Es un deporte que no es profesional en mi caso y cuesta mucho sacar tiempo. Mi trabajo me permite compatibilizarlo, entrenar y competir. Son necesarias unas dos horas diarias. Depende de la competición que prepares, porque las hay de 50 kilómetros y eso son cuatro horas de piragua, pero lo que yo preparo, que son 25 kilómetros, requiere unas dos horas.
—¿Cómo y cuándo empezó a practicar este deporte?
—Lo mío viene de familia. Mi madre y mi padre eran piragüistas, así como mis tres hermanos, mis seis tíos, mis primos... Lo he tenido fácil. Yo he sido nadador antes, pero me tiró más la piragua.
—¿Qué hay que hacer para unirse a este mundillo y qué coste tiene?
—Es un deporte barato, entre comillas. No se necesita mucho, sobre todo cuando empiezas, porque el material lo pone el club. Engancha muchísimo porque los clubes son como una gran familia . Yo invito a todos a que lo prueben.
—¿Cómo convencerías a los niños y adultos para hacerlo?
—En verano hay muchos cursos de kayak para los niños y es la oportunidad de probar este deporte y ver que es muy bonito. El piragüismo se practica en el mar, en este caso en aguas de Eivissa, que es un entorno espectacular, un paraíso. Te puedes encontrar delfines y para los niños es una gozada. Hay que probarlo.
—Con el campo tan bueno que hay en la isla, ¿cómo está el nivel aquí?
—Este fin de semana fue la Copa Balear y la ganamos por equipos por delante del Real Club Náutico de Palma, que lleva muchos años ganando el Campeonato de España. Es el mejor club de España. Con eso se puede hacer una idea del nivel que hay en la cantera.
—¿Se puede vivir del piragüismo?
—Se puede vivir, aunque los que lo hacen están contados con los dedos. Son cinco o seis. La temporada de surfski dura todo el año. Las World Series son 19 eventos alrededor de todo el globo y hay cinco o seis personas que pueden vivir de ello, pero es muy duro. Tienen que estar todo el año a tope y son carreras muy duras. Es un privilegio para ellos, que están viajando constantemente.
—¿Cuáles son sus próximas metas?
—A corto plazo tengo la primera Copa del Mundo, que se celebra en Villajoyosa y que es también la primera Copa de Europa. Este año se hace un ranking continental y está formado por cuatro pruebas. Ése es uno de mis objetivos. Quiero ganar la Copa de Europa y tendré que ir a esos cuatro eventos. También en las World Series hay que puntuar en cinco. Iré a siete. Luego está el Campeonato de Europa, que es mi objetivo desde hace unos cuantos años. Quiero ser el mejor europeo. No sé si lo voy a conseguir, pero estoy entrenando muy duro para ello y vamos a ver lo que pasa. Es en Italia en el mes de septiembre. A ver qué pasa.
—¿Qué anécdota recuerda de todas las historias que ha vivido en el piragüismo?
—En Sudáfrica, al ir con el mejor del mundo, recuerdo una frase que siempre decía yo. Era I fear for my life, temo por mi vida. Lo decía constantemente porque cada vez que me enganchaba una ola, que eran de siete metros, me revolcaba y perdía todos los geles y los líquidos que llevaba. Se reían mucho conmigo y se me quedó esa frase.