Desde su Galicia natal, Míchel Alonso (Ferrol, 24/07/1974) atiende a Periódico de Ibiza y Formentera para hacer balance de sus dos años en Formentera. El ya exentrenador rojinegro deja la isla tras dos temporadas exitosas en Segunda RFEF en las que su equipo cumplió el objetivo de la permanencia e incluso se permitió con soñar durante muchas jornadas con el playoff de ascenso.
—¿Por qué decide irse?
—Bueno, hablamos hace unos meses. El club me dijo de la posibilidad de continuar y yo, la verdad, tenía claro en aquel momento que esta sería mi última temporada en Formentera. Entendía que a lo que fui a allí ya estaba cumplido y no tenía más que dar. La decisión es un poco por eso.
—Los números están ahí, pero qué balance hace de estas temporadas en lo personal.
—Para mí era la primera vez que salía de Galicia y fui a un sitio muy diferente a cualquiera en el que haya estado o hubiese vivido. La verdad que estuve fenomenal. A nivel de experiencia de vida es un sitio idílico. Creo que es muy atrayente para todo el mundo en verano, pero en invierno también tiene su encanto y lo disfruté mucho. Lo disfrute mucho, la verdad.
—En lo deportivo dos temporadas logrando la permanencia ¿Lo hubiese firmado cuando llegó a la isla?
—Sí, rotundamente sí. El primer año sí que nos quedamos con un mal sabor de boca porque creo que por trayectoria el equipo merecía meterse en playoff. Quedamos primeros en la primera vuelta, ese título honorífico de campeón de invierno. Al final nos quedamos a dos puntos y creo que lo merecíamos. Este año, echando la vista a atrás, sobre todo con la configuración de los grupos, en aquel momento me di cuenta de por lo que somos nosotros y contra lo que íbamos a jugar, iba a ser un año duro. Los equipos valencianos y catalanes históricamente son muy fuertes, el Hércules, nos meten con Aragón y siempre se dice que son de los más sencillos y acaba campeón un equipo de esa comunidad. Era un grupo terrorífico. Entonces tenemos que dar como bueno el balance. No estuvimos en todo el año en puestos de descenso, así que contentos.
—Sí es cierto que esta temporada en algunos momentos parecía que se podía soñar con el playoff y se acabó sufriendo.
—Sí, estuvimos muchas jornadas en la quinta posición, pero en esta liga se podría decir que no hay clase media. O se pelea por subir o por no descender. En estas últimas jornadas había pocos equipos que no se jugasen nada. Creo que para mantenernos en esa posición de playoff nos faltaron detalles. Sobre todo en el balance de ocasiones por gol. Creamos mucho más de lo que marcamos. Eso fue lo que nos lastró. Hace un par de semanas, repasando el partido de la primera vuelta contra el Teruel, que perdimos 0-1, me quedé sorprendido de las muchas ocasiones que tuvimos.
—Si echa la vista atrás, con qué momento se queda.
—Buffff… Si tengo que recordar así por días especiales. Hay muchas, pero diría que el primer partido en casa del año pasado que ganamos en el derbi al CD Ibiza. Y de este, pues el partido contra el Ebro que yo ya sabía que era el último en casa. Me dio pena porque no me pude despedir y saborear el momento por todo lo que nos estábamos jugando, pero es un día un especial.
—Ya es oficial que Maikel Romero le toma el testigo. ¿Qué le parece?
—Bien. Me gusta que lo tienen claro las dos partes. Se conocen bien. Maikel sabe muy bien lo que es el club y el club sabe muy bien quien es Maikel. Creo que el resto tenemos que opinar muy poco.
—Y ahora para usted, ¿qué espera del futuro?
—Ahora ya estoy por casa y con ganas de desconectar, aunque no he desconectado nunca. Y bueno, pues seguir entrenando. A ver si sale algún proyecto que me pueda ilusionar. Siempre gusta que te llamen de cerca de casa y sería una buena opción, pero la decisión de no seguir en Formentera no va relacionada con la morriña. Como me gusta decir: a dónde me lleve el fútbol, allí estaremos.