Si pudiera viajar al pasado con una máquina del tiempo, volvería a ser presidente de la Peña Deportiva. No tengo ninguna duda. Ahora que terminan veinte años maravillosos, primero como directivo y luego ocupando la presidencia, creo que es el momento de dar las gracias. Todas las historias que me ha tocado vivir en estas dos décadas las he compartido con cientos de personas. La lista sería inmensa si me pusiera a escribirla con nombres y apellidos, así que me gustaría que esta carta fuera un agradecimiento general para todos lo que se han dejado la piel por un club que amo desde que era niño.
Para empezar están mis compañeros de junta, tan enamorados de la Peña y del pueblo de Santa Eulària como yo. Haciendo equipo hemos trabajado muy duro, y en las horas que nos dejaban nuestras obligaciones laborales y familiares, para que esta entidad polideportiva tuviera un marcado carácter social y fuera la casa de todos los santaeularienses. Por eso, además de equipos deportivos contamos con secciones de teatro y refuerzo escolar.
Tantas temporadas llevando el timón de la Peña nos han permitido conocer a muchísimos profesionales que, por encima de todo, sentían unas pasión por su deporte. Entrenadores, preparadores físicos, secretarios técnicos, deportistas (futbolistas, atletas, gimnastas, ciclistas, ajedrecistas, balonmanistas, tenistas…), encargados de material, personal de administración, fisioterapeutas, monitores, coordinadores… Ellos y ellas son los protagonistas de las muchas alegrías y triunfos que ha conseguido recientemente la Peña.
El deporte es un buen reflejo de la vida porque es imposible ganar siempre. Esa lección, en un club modesto como la Peña, la aprendes rápido. De los momentos malos, que los ha habido en esta larga etapa, hemos sabido salir más fuertes. Pero, mirando lejos y siguiendo una línea clara, hemos celebrado ascensos y medallas nacionales; hemos visitado recintos míticos y hasta nos ha tocado sufrir y disfrutar viendo a uno de los nuestros competir en unos Juegos Olímpicos. Son vivencias que forman parte del patrimonio inmaterial del club. Igual que todo el cariño que hemos recibido en las ciudades y pueblos que hemos visitado con la Peña, sin salir de Baleares y en el resto de España. Bastantes de esos rivales se han terminado convirtiendo en amigos y saben que Santa Eulària será siempre su segunda casa.
Todo lo que estoy recordando habría sido una quimera sin el apoyo decidido que patrocinadores privados e instituciones públicas han brindado a la Peña a lo largo de estos años. Especialmente durante el período de la pandemia. Nosotros hemos tratado de gestionar con prudencia los recursos que nos han ofrecido esas empresas –que forman el tejido económico de Santa Eulària–, nuestro Ayuntamiento y el Consell d'Eivissa porque había mucho en juego: la posibilidad de que mil personas (la mayoría, niños y adolescentes) tuvieran un hogar donde practicar deporte, desarrollándose física e intelectualmente, creciendo como competidores y como seres humanos.
Mi último gracias está reservado a los peñistas que han decidido tomarnos el relevo en la directiva. La savia nueva e ideas frescas que ya está aportando la junta que ahora encabeza José Javier Tur Marí le sentará fenomenal al club. Juntos soplaremos en 2025 las velas de un cumpleaños muy importante. La Peña celebrará su noventa aniversario más joven que nunca.