El Class Sant Antoni tendrá que tirar de épica y hacer un partido perfecto si quiere ascender a Primera FEB. Los ibicencos se han llevado un durísimo golpe en el partido de ida en Melilla. El 107-85 obliga a los portmanyins a remontar 22 puntos. Una misión prácticamente imposible para el próximo sábado en Sa Pedrera. Tras una gran primera parte, la diferencia de intensidad defensiva entre uno y otro equipo permitió a los norteafricanos conseguir esta gran ventaja.
El primer lanzamiento de esta final fue un triple de Edu Arqués. Un lanzamiento al que respondió Stilma para poner el 3-3 en el marcador. Había salido muy bien el conjunto ibicenco que tenía la sensible baja de Mayo, pero que con un triple de De la Rúa ponía el 3-10. Magnífica puesta en escena de los de David Barrio que tuvieron su primer contratiempo con una segunda falta de Edu Arqués que llegaba demasiado pronto y lo mandaba al banquillo.
El cuadro portmanyí no acusó el golpe y con De la Rúa dirigiendo y ejecutando seguía manteniendo esa ventaja inicial. Estaban muy enchufados y pasado el minuto cinco ya habían sumado 19 puntos para ponerse 10 arriba. Con el 9-21 el Melilla pedía tiempo muerto porque se le empezaba a escapar el partido.
Era un festival ofensivo visitante. La máquina pitiusa estaba perfectamente engrasada y el único problema llegaba en la pintura, donde la falta de kilos la aprovechaban los norteafricanos para ir sumando ellos también. Con el 13-27 se encendían las alarmas en las filas melillenses, pero apareció Godspower para enchufar dos triples y volver a meter a los suyos un poco en el partido. El cuarto acabó con el 21-32 en el marcador. Estaba sensacional en ataque el Class Sant Antoni.
El Melilla arrancó bien el segundo cuarto haciendo mucho daño por dentro con un 4-0 de parcial al que respondió Peris con una canasta de dos y un triple. Peris estaba crecido y anotó otro triple, su punto 16 de partido. Melilla pidió otro tiempo muerto para enfriar al escolta valenciano que había subido al marcador el 27-40.
Un 3+1 de Javi García al que siguió con otro triple del mismo jugador ponía el 34-40 y obligaba a David Barrio a pedir su primer tiempo muerto. Dos canastas espectaculares del jugador del Melilla que cambiaba las sensaciones sobre el parqué. Dos acciones de De la Rúa devolvían los 10 puntos de ventaja.
Una diferencia que el Melilla, poco a poco, fue reduciendo. Cargando el juego interior, donde Hayes sufría demasiado con la diferencia de altura y peso, y con una gran defensa lo locales se pusieron a tres (46-49). Momento en el que David Barrio decidió volver a parar el partido. El ajuste funcionó y con un triple de Llorca el choque se fue al descanso con el 51-58.
El segundo tiempo empezó con un Class mucho menos acertado. Los tres primeros ataques se esfumaron sin puntos, permitiendo al Melilla ponerse a dos. De la Rúa desde el tiro libre consiguió estrenar el aro de ese lado de la pista. El partido estaba muy igualado. Ya no había esa ventaja ibicenca que dominó durante gran parte del primer tiempo. Un triple de Pablo Córdoba permitía al Melilla igualar el choque (66-66) por primera vez desde el 3-3. Otro triple de Javi García daba la primera ventaja local (69-66).
El partido era otro. Los porcentajes ibicencos, como era de esperar, bajaron y subieron los de los norteafricanos que estaban desatados. El 77-67 hacía mucho daño y obligaba a otro tiempo muerto para ajustar. Tenía que subir la intensidad defensiva el conjunto de David Barrio. Una diferencia de 10 puntos con la que se cerró el cuarto (84-74).
El paisaje siguió siendo el mismo. La defensa ibicenca no apareció y la diferencia se fue haciendo cada vez más amplia. Cada acción ofensiva del Class costaba una barbaridad, había que picar piedra, mientras que los locales jugaban mucho más cómodos. 91-76 con cinco minutos por jugarse y las luces de alarma ya estaban encendidas en el cuadro pitiuso.
No hubo reacción. La defensa seguía sin aparecer en las filas visitantes, mientras que el Melilla convertía en un suplicio cada ataque ibicenco. Así los minutos fueron pasando hasta el definitivo 107-85. Toca remontar. Es una misión casi imposible, pero, mientras haya vida, hay esperanza.