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Baloncesto / Copa del Rey

El Regal FC Barcelona conquista con autoridad su vigésimo primer título ante el Real Madrid

Los jugadores del FC Barcelona Terence Morris (i), Ricky Rubio (c) y Juan Carlos Navarro muestran su alegría ante la abultada victoria de su equipo sobre el Real Madrid en la final de la Copa del Rey. | LUIS TEJIDO

| Bilbao |

Regal Barcelona 80
Real Madrid 61

Regal Barcelona (19+21+24+16): Rubio (13), Navarro (8), Mickeal (9), Lorbek (13), Morris (5) -cinco inicial- Basile (6), Lakovic (1), Ndong (1), Grimau (6), Vázquez (14) Sada (2) y Trías (2).

Real Madrid (16+9+12+24): Prigioni (2), Jaric (7), Kaukenas (10), Garbajosa (4), Lavrinovic (11), -cinco inicial- Llull (10), Hansen (-), Velikovic (11), Reyes (6).

Àrbitros: Arteaga, Pérez Pizarro y García González. Sin eliminados.


El Regal Barcelona se ha proclamado campeón de la Copa del rey tras darle un baño al Real Madrid, que no pudo con la defensa azulgrana y sólo aguantó su demoledor ritmo un cuarto.

Garbajosa puso la primera canasta de la final, a la que respondió Navarro con un triple. Nada de nervios ni tópicos de final, los dos equipos salieron lanzados desde el principio, intensos y viendo aro.

Las alternativas en el marcador se sucedían, con jugadas rápidas y vistosas, como un pase «ciego» hacia atrás de Ricky culminado con un mate de Vázquez.

Pronto hubo cambios en los dos lados, porque el ritmo era imposible de mantener. Un triple de Basile puso seis arriba al Barça, la primera ventaja seria del partido, pero en un instante el Madrid logró cinco puntos y se puso a uno.

Acabó el primer cuarto con 19-16 para el Barcelona, ligero dominador mientras que el Madrid iba un poco a remolque, con bajos porcentajes -cinco de quince en tiros de campo-.

Nada hacía prever que la casi igualdad del primer cuarto fuera un espejismo y que la final se decantaría en seguida, como así fue, en un segundo cuarto demoledor de los azulgranas.

Al Madrid le costaba Dios y ayuda anotar contra la pegajosa defensa catalana, mientras el Barça iba al aro como una fiera, con una determinación en las penetraciones que convertía en mantequilla la defensa madridista.

Una canasta de Lorbek puso por primera vez al Barça diez arriba, 30-20, una ventaja ya significativa y que mostraba la superioridad blaugrana. Messina tuvo que pedir tiempo porque su equipo llevaba cinco puntos en siete minutos.

El Madrid no encontraba los huecos ni para tirar. Los pasos cometidos por sus pivots por no saber qué hacer con el balón eran una muestra de lo que les atornillaba el Barça. Mientras, los catalanes seguían con su acierto en ataque, llegando a quince arriba, 38-23, a falta de 42 segundos para irse al vestuario.

Al descanso el resultado era 40-25, y la sensación, que el ritmo del Barça iba a cerrar la final mucho antes de lo esperado. El Madrid había metido siete canastas en juego en veinte minutos; viviendo sólo de tiros libres es difícil ganar.

La vuelta del vestuario no cambió el tono: en dos minutos el Barça se puso veinte arriba, 45-25, obligando de nuevo a Messina a pedir tiempo muerto, que no sirvió de mucho: 51-27, veinticuatro arriba tras un triple de Navarro.

El Madrid hizo un triple cambio, apostando por los jóvenes Llull y Velikovic, que por lo menos dieron la cara. Hasta 28 llegó la ventaja del Barça. Un «alley-hoop» de Vázquez culminó la humillación, entre los olés del público, mayoritariamente antimadridista.

Al final del tercer cuarto, 64-37; había quien apostaba si el Barça doblaría al Madrid, cuyos jugadores daban un poco de pena por el mal rato que estaban pasando.

Quedaba un cuarto entero; unos triples del valiente Llull por lo menos conseguían que la diferencia no creciera. Los minutos transcurrían sosos y se entró en un intercambio de canastas que no decía nada. Sólo en el último minuto los madrileños maquillaron el resultado, bajando la ventaja de veinte, como quedó al final: 80-61.

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