El eslovaco Peter Sagan (Liquigas) firmó el doblete en la Vuelta al adjudicarse al esprint la duodécima etapa disputada entre Ponteareas y Pontevedra, de 167 kilómetros, jornada de tregua entre los favoritos que mantuvo al británico Bradley Wiggins (Sky) al frente de la general.
Sagan, apodado «El bicho», ya se estrenó en la etapa de Córdoba, pero acudió de nuevo a la cita de los esprinters con un alarde de fuerza y habilidad que le condujo a la decimotercera victoria de la temporada. En la recta de llegada de la ciudad gallega exhibió su poderío por delante del alemán John Degenkolb (HTC) y de los italianos Daniele Bennati (Leopard) y Alessandro Petacchi (Lampre), velocistas más experimentados que se vieron sorprendidos por la perla de 21 años, llamado a un futuro más que prometedor.
El vencedor de la Vuelta a Polonia sacó provecho de un esprint desordenado, confuso, que desembocaba en una recta en ligera subida idónea para sus condiciones. Se pegó a la rueda del suizo Cancellara (Leopard), que reventó al pelotón mientras preparaba la llegada para Bennati, y luego atacó de lejos para alzar los brazos con un tiempo de 4h.03.01, a una media de 41,3 kms/hora.
Tal fue el ritmo en los últimos kilómetros del Leopard y HTC que el grupo llegó cortado, con el ruso Fredrik Kessiakoff (Astana) en las primeras plazas, lo que le permitió «picar» 4 segundos a Vincenzo Nibali (Liquigas), suficientes para desplazar al italiano del tercer lugar de la general. Un segundo después lo hizo el líder Bradley Wiggins, quien mantuvo con el jersey rojo, y el resto de favoritos. Todos con la mente puesta en las próximas tres jornadas, con los Ancares, la Farrapona y el Angliru como jueces de la Vuelta.
Ponteareas, única localidad que puede presumir de tener tres vencedores de Vuelta a España: Delio Rodríguez (1945), Emilio Rodríguez (1950) y Alvaro Pino (1986), despidió al pelotón rumbo a una jornada de transición hacia las etapas del «infierno» del norte. Un día idóneo para los esprinters o los aventureros que ofrecía en el menú únicamente dos cotas de tercera categoría, y lejos de meta.
Pronto, en el kilómetro 12, se formó en el kilómetro 20 con Luis Angel Maté (Cofidis), preseleccionado para el Mundial, Roldán (Andalucía), el australiano Adam Hansen (Omega) y el ucraniano Ruslan Pydgornyy (Vacansoleil), éste último del equipo que más trabajo para provocar el despegue.
El cuarteto, con más ilusión que futuro, abrió una ventaja de 9 minutos, momento en que los equipos de los esprinters encendieron las alarmas para jugar su baza en Pontevedra, tal vez la última hasta la llegada a Madrid, de ahí que algunos, como el alemán Marcel Kittel, ganador en Talavera, anunciaran en la salida su abandono después de la etapa.
Los favoritos se echaron a un lado en esa batalla, no era un día para ellos. El líder y resto de candidatos ahorraron fuerzas ante el «etapón» de los Ancares, donde esperan 4.500 metros de desnivel acumulado. Una tregua para tomar impulso.
El pelotón echó abajo la escapada a 7 kilómetros de meta, cuando claudicaron Maté y Pydgornyy, desafiantes ante una marabunta comandada por el HTC, sin Cavendish ni Goss, pero con el alemán Degenkolb. El Leopard también se reveló en cabeza tirando a bloque, a un ritmo insoportable como para intentar más aventuras.
Tony Martin (HTC) se entregó en la colocación de Degenkolb, pero Cancellara hizo lo propio por Bennati. La locomotora suiza hizo añicos el grupo y llevó al italiano para que rematara a 300 metros. Pero el plan falló. Tenía a su rueda a Peter Sagan, muy curtido para su edad. El eslovaco se buscó la mejor rueda del pelotón y el resto lo hizo él solo, sin el concurso de su equipo. Cuando Cancellara se apartó irrumpió «el bicho» para picar de nuevo.