El suizo Roger Federer salvó cuatro puntos de partido ante su compatriota Stan Wawrinka, a quien venció por 4-6, 7-5 y 7-6 (6), y accedió a la final del Masters donde retará al serbio Novak Djokovic, ganador en los dos últimos años.
Wawrinka, semifinalista el pasado año, tuvo en su raqueta la victoria en el décimo juego del tercer set, pero el de Lausana se jugó los tres primeros puntos de partido al saque y volea, los dos primeros con su segundo servicio, y pagó cara su osadía, porque Roger los salvó y forzó luego el desempate.
En este juego corto, Stan jugó acalambrado y, a pesar de disponer de otra oportunidad para cerrar con victoria, dejó vivo a Federer que ganó el encuentro con dos certeras voleas cortas en la red, en dos horas y 48 minutos, el duelo más largo de todo el torneo este año.
Federer, ganador de seis Masters, el último en 2011 contra el francés Jo-Wilfried Tsonga, tendrá ahora la ocasión de ampliar su leyenda. Ya es el que más títulos tiene en esta competición, pero ahora se enfrentará a un Djokovic más descansado, pues su partido acabó casi siete horas antes, con victoria ante el japonés Kei Nishikori, por 6-1, 3-6 y 6-0.
«Si tengo que jugar contra él mañana, tendré que desarrollar mi mejor juego, porque eso es lo que se necesita cuando uno juega contra Roger a estas alturas en uno de los más importantes torneos de la temporada», dijo Djokovic.
Se han enfrentado en 36 ocasiones, con 19-17 para Federer, que ganó al de Belgrado en el último de ellos en las semifinales de Shanghai hace tres semanas. En 2012 «Nole» derrotó al suizo en la final de este mismo Masters, por 7-6 (6) y 7-5. Para Federer será la novena final y para Djokovic, la cuarta.
El serbio tiró de galones de número uno y detuvo la escapada de Nishikori. Novak se apresta ahora a ganar su cuarto título del Masters y el tercero consecutivo en Londres y de hacerlo puede convertirse en el primer jugador, desde el estadounidense de origen checo Ivan Lendl (1985-87), en ganar tres veces seguidas el Masters.
En otra gran exhibición, similar a la de este jueves contra el checo Tomas Berdych, Djokovic ganó el primer set en 23 minutos a la joven esperanza nipona, pero tuvo que sudar después para desarbolar su ímpetu y energía.
Eso sí, Djokovic, que lleva ya 30 victorias consecutivas en pista cubierta, se dejó el primer set en el camino este año en el O2, el primero desde que fue derrotado por Roger Federer en Shanghai.
Nishikori tenía un premio especial de haber ganado hoy a Djokovic, ya que hubiera subido un puesto en la lista mundial y acabaría cuarto, si luego Wawrinka ganase a Federer, pero el reto era demasiado grande para él, enfrentándose al jugador más en forma del momento, y que acaba de asegurar el puesto de número uno del mundo al final de la temporada, por tercer año consecutivo.
Djokovic entró en el partido como un huracán y ganó el primer set sin despeinarse. Su resto destrozó al japonés que desde el 1-1 del primer parcial, dejó escapar seis juegos consecutivos.
Pero el serbio demostró que también es humano al ceder su saque por primera vez en el tercer juego del segundo parcial, con una doble falta. El público del O2 silbó entonces a Djokovic, que respondió irónicamente aplaudiendo con su raqueta, un detalle que luego le desconcentraría.
Con 4-3 a su favor, el japonés pidió asistencia médica por unos problemas en la muñeca derecha. Le colocaron una pomada y un vendaje compresivo en la zona. Kei jugó después con una inteligencia superior, atrayendo a Nole a la red para pasarle con un cruzado de derecha que marcó el 5-3, y ganar luego el siguiente para forzar el tercero y definitivo.
Con empate a un set, era sin duda el mejor partido del torneo, donde ha habido nueve sets ganados por 6-1 y dos por 6-0 y un solo desempate. Nishikori tuvo su gran oportunidad en el primer juego cuando dispuso de dos puntos para robar el saque al serbio, pero no las confirmó.
Esto dio vida al de Belgrado, que volvió a poner su máquina al máximo de revoluciones para ganar de calle el último parcial con tres roturas en 27 minutos, con la sexta doble falta de Kei, como despedida del O2.