Fabio Aru (Astana), un chico sardo de 25 años de filosofía atacante, «contadorista» declarado, ya puede leer su nombre en el libro de oro de la Vuelta como vencedor de la 70 edición, junto a Cibeles, donde esta vez la única bandera que ondeó fue la italiana.
Fiesta final en el corazón de Madrid, donde el alemán John Degeenkolg se unió al alborozo anotándose al esprint el último acelerón de la Vuelta, por lo que el ganador de la San Remo y París Roubaix no se fue de vacío.
Aru escuchó el himno italiano como ganador de su primera grande, confirmando una progresión imparable desde su debut profesional hace tres años en su actual equipo, en el que ha cubierto con honor la deshonrosa baja de su jefe natural, Vincenzo Nibali.
Fino corredor, apenas 66 kilos, y espigado, 1,83 metros, se alzó a la cima del podio con su mejor sonrisa, escoltado por el español Joaquim «Purito» Rodríguez (Katusha) y el polaco Rafal Majka (Tinkoff), segundo y tercero, respectivamente.
Una imagen asociada para siempre a una etapa inolvidable, en la que Aru culminó una jugada maestra de estrategia del Astana, la de la Sierra de Madrid, aquella de La Morcuera, donde el italiano, una esperanza hecha realidad, emuló a su ídolo, Alberto Contador, para frenar en seco a la ilusión holandesa, Tom Dumoulin
El ciclista de San Gavino Monreale (Cerdeña) ha explotado en apenas dos temporadas. En 2013 ayudó a Nibali a ganar el Giro, en 2014 fue tercero en la general, solo superado por los colombianos Quintana y Urán y además ganó una etapa en Montecampioni, nombre premonitorio. En la Vuelta fue quinto con dos etapas de montaña.
Este año salió en la terna de líderes del Astana, junto a Nibali y Mikel Landa. El primero vio la tarjeta roja por hacer trampas, y el segundo ha sido su gregario de lujo. Después de un segundo puesto en el Giro le ha llegado el oro en la ronda española.
Ahora llega la hora de planificar y seguir soñando. «Mi objetivo ahora es mejorar en contrarreloj, el Tour de Francia y los Juegos de Río». Conceptos claros en la cabeza del campeón.
La Vuelta empezó en Marbella con la mejor participación de los últimos tiempos. En la salida estaba el podio íntegro del Tour: Froome, Quintana y Valverde, además de los Purito, Nibali....
Algunas estrellas se estrellaron, como Froome; otras, como Nibali, por la citada razón; algunos estaban cansados del Tour, caso Quintana y Valverde. La ocasión llamaba a los subalternos, y a ella acudió Aru.
No ocurrió lo mismo entre los candidatos españoles. Purito sigue siendo el viejo rockero que aún actúa en los grandes podios. En la Vuelta ha alcanzado el cuarto puesto de honor, el segundo en la ronda. La medalla de oro se le resiste, y tiene ya 36 años.
El catalán ha encabezado la lista española en la que figuran en el 'top ten' otros tres nombres: Alejandro Valverde séptimo, Mikel Nieve octavo y Dani Moreno noveno. Triunfos de etapa, 4: Valverde en Vejer, Landa en Andorra, Purito en Sotres y Rubén Plaza en Cercedilla.
De las nuevas generaciones aún no hay noticias. Tiembla el ciclismo español. Se espera la confirmación de Mikel Landa, tercero en el Giro y en el puesto 25 en la Vuelta. Su trabajo ha sido decisivo para el triunfo de Aru, pero debe ratificar las expectativas la próxima temporada con la camiseta del Sky.
Las otros favoritos no han respondido a tal condición. Valverde se desfondó antes de la refriega de Madrid y, como Quintana, pagó el desgaste del Tour. El colombiano, enfermo en algunas etapas, se conformó con un discreto cuarto puesto, uno por delante de su compatriota Esteban Chaves (Orica), la revelación con dos triunfos de etapa.
Al podio de Cibeles también subieron el español Omar Fraile (Caja Rural) como vencedor de la montaña, Alejandro Valverde como titular del maillot verde de la regularidad, logrado sobre la bocina en el circuito madrileño en perjuicio de Purito, que se sintió indignado con el murciano. El Movistar fue el mejor equipo.
En la fiesta final el pelotón solo aceleró en el circuito tradicional, en el corazón de Madrid. Por fin apareció Degenkolb como un bálsamo para el Giant después del batacazo de Dumoulin. Era la décima etapa en la Vuelta para el expolicía.