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Margalida Anckerman Canet, la profesora más conocida y respetada de Santa Eulària

Margalida Anckerman Canet.

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Margalida Anckerman Canet (Palma 1882 — Santa Eulària 1972) es una de las maestras de escuela más conocida de Santa Eulària. De hecho, el Ayuntamiento de la localidad le dedicó una de las calles principales del pueblo.

Nacida en Palma, estudió en la misma ciudad, en la Normal, y tras acabar sus estudios comenzó a ejercer el magisterio en 1905, con apenas 23 años, en la escuela pública Establiments y en Petra, en su ciudad natal.

Según publica la Enciclòpedia d’Eivissa i Formentera llegó en marzo de 1909 a Ibiza, junto a su madre, Sebastiana Canet y su hermana Antonia, y ese mismo año comenzó a regentar la escuela pública de niños en el pueblo, algo que haría durante los próximos 40 años.

Según el conocido historiador Felip Cirer, Anckermann se casó en la iglesia de Santa Eulària en febrero de 1915 con el capitán de la marina mercante Marià Guasch Ferrer, en una ceremonia oficiada por el Mossènyer del pueblo Miquel Planells Tur Camins. Un año después, junto con el maestro Josep Albinyana «creó una mutualidad escolar, para niños bajo el nombre de El Porvenir y para niñas como Renaixement y cuyos fines tenían la función de costear los gastos de enseñanza o libros y fomentar el ahorro entre el alumnado».

SE PROPUSO REFORMAR EL SISTEMA EDUCATIVO IBICENCO

Margalida Anckermann forma parte de un grupo de maestros, junto a Lluís Andreu, Ferran Belda, Joaquín Gadea, Emili Garcia Rovira, Josep Gesa, Emilia Noya, Clemente Riera o Francesca Riera Roca, que en el primer tercio del siglo XX y con un ideario liberal, intentaron reformar el sistema educativo que se encontraba todavía anclado en ideas del siglo anterior. Este afán reformista era encabezado en Baleares por el inspector Joan Capó i Vall de Padrinàs (1888-1952), que ocupaba el cargo desde 1915 y que en 1925 fue designado inspector jefe de enseñanza primaria de la provincia. En las Pitiusas «se propusieron erradicar el analfabetismo, fomentar la construcción de edificios escolares a todos los núcleos de población, promover la innovación en el proceso educativo y la creación de becas, para que alumnos pitiusos pudieran acceder a las escuelas normales y formarse como maestros».

En 1934 el pueblo de Santa Eulària le dedicó un homenaje con motivo de sus 25 años de magisterio en la localidad y a continuación fue designada Hija Adoptiva del pueblo.

Terminada la Guerra Civil y pese a ser delegada municipal de la Falange Femenina, fue depurada y separada durante 14 meses de su plaza en la localidad y obligada a ejercer en Manacor.

Finalmente se jubiló en 1952, con 70 años, y el Ayuntamiento le dedicó otro homenaje en el Teatro España, que contó con la asistencia, entre otras personalidades, del marqués de Lozoya.

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