La Mesa del Parlament lleva más de un mes buscando una fórmula para suprimir la llamadas dedicaciones plenas, un sistema de retribuciones permite compatibilizar ingresos públicos con otros del exterior.
Aunque lo habitual es que los acuerdos de la Mesa se tomen por asentimiento, la presidenta de la Cámara, Xelo Huertas, ha decidido ponerlo a votación.
La propuesta defendida por Huertas en todas las reuniones es que las retribuciones sean de dos tipos: dieta por exclusividad o dieta globalizada. La actual dieta mínima por dedicación plena, que se complementa con pluses según la actividad (cargos de la Mesa y portavoces), es de 37.432 euros brutos al año. La dieta globalizada es de 22.309 euros.
Todos los grupos se han mostrado a favor de suprimir la dedidación plena total, que viene a ser como la dedicación exclusiva pero sin incompatibilidades. Suponen unos 57.000 euros al año. En la actualidad, se pagan quince de los 59 parlamentarios que se acogen a esta fórmula. El problema, y es lo que más tensión está generando en las reuniones de la Mesa (y en las conversaciones entre los grupos), es que no todos los diputados y diputadas tienen la misma responsabilidad. Así, tanto el PP (por escrito) como el PSIB se muestran partidarios de complementar las dietas globalizadas con un plus, según sean portavoces de grupos o comisión. O miembros de la Mesa.