La invasión de Ucrania continúa encareciendo el precio de la energía en toda Europa. Y en el caso de Balears está llevando los carburantes a establecer máximos inéditos prácticamente a diario cuando la tendencia ya estaba siendo inusitadamente alcista antes de estallar el conflicto bélico. El precio del litro ya se sitúa en los 1,8 euros por litro –diez céntimos más que la media española– y en el último año las Islas han visto cómo la gasolina y el diésel se han encarecido 29,1 céntimos y 28,8 céntimos por litro.
De esta manera, según los últimos datos constatados del Ministerio para la Transición Ecológica –del pasado domingo– el precio medio de la gasolina 95 se situaba en 1,79 euros de media, el de la gasolina 98 en 1,94 euros y el del diésel en 1,69. Esta imparable escalada de precios está agudizando el proceso de racionalización del consumo que las gasolineras ya llevaban meses constatando. El presidente de la Asociación de Estaciones de Servicio en Balears (AESBA), Joan Mayans, asegura que «la gente ya está reduciendo el consumo de carburante al mínimo y si puede poner cinco o diez euros los pone antes que llenar el depósito. Repostar hoy se ha convertido en un auténtico lujo».
Mayans incide en que las estaciones «somos uno de los grandes damnificados» por el alza del combustible al verse ésta acompasada por una constricción natural del consumo. Por otro lado, aprovecha para recalcar que el abastecimiento no es un problema del que haya que preocuparse, puesto que este «está asegurado; España y Balears están cubiertos en ese sentido».
La percepción de las estaciones es que quien puede ahorrarse coger el coche lo hace. No es el caso, por ejemplo, de los profesionales que lo necesitan para trabajar, como los transportistas. La presión a la que esta coyuntura está sometiendo a su sector los tiene contra las cuerdas, según admite el presidente de la Federación Balear de Transporte (FBT), Rafael Roig. «Es totalmente insostenible para nosotros», advierte para explicar que está afectando «por igual» a todos los subsectores de su gremio, transporte discrecional, taxistas y de mercancías. «Alguna cosa se tiene que hacer porque ni los empresarios ni los trabajadores que viven de esto van a poder resistir ni llegar a la temporada turística», asevera Roig.