El menorquín Daniel Woerner, de 31 años, ingeniero industrial y docente en un instituto, es uno de los tres representantes de Balears en la Asamblea Ciudadana por el Clima (ACC), un órgano de participación a nivel estatal que ha sido el encargado de presentar sus propuestas al Gobierno central para la lucha contra el cambio climático. La ACC consta de cien miembros de toda España y los tres representantes de Balears serían proporcionales a la población de las Islas.
Woerner explica que «se convocó la participación en la asamblea y decidí inscribirme. Una empresa autorizada por el Ministerio de Transición Ecológica procedió a la selección. Los criterios fueron diversos: edad, sexo, nivel de estudios, comunidad de procedencia, residente en localidad grande o pequeña… Se trataba de que la realidad de España quedara bien representada. La verdad es que me sorprendió ser uno de los elegidos».
El ingeniero destaca que «para evitar cualquier tipo de presión sobre la asamblea, al principio éramos anónimos y sólo nos conocíamos a través de los nombres de pila. De hecho, habíamos firmado un compromiso de confidencialidad y no podíamos comentar nuestra actividad en la asamblea con nuestros familiares más próximos hasta que se nos permitió compartirla. No aparecían números de teléfono ni correos electrónicos. Por ejemplo, yo era Daniel 065. Asistimos inicialmente a sesiones telemáticas de formación y, en una plataforma online, empezamos el trabajo de debate en grupos y subgrupos heterogéneos, siendo todavía anónimos entre nosotros».
Finalmente, tras seis meses, se celebró una última sesión ya presencial en Madrid, que cerró el trabajo colectivo de la asamblea con la aprobación de las propuestas, que fueron en total 187. Aquí, los miembros de la asamblea ya pudieron conocerse entre sí. Daniel Woerner comenta que «el trabajo no ha concluido con la entrega de las propuestas al Gobierno central. Ahora, a un año vista, hay que hacer un seguimiento de la trascendencia de las mismas».
Precisamente, sobre esas propuestas, Daniel Woerner destaca la referida a «una educación ambiental a nivel social y general. Se trata de transmitir unos conceptos básicos respecto al consumo, el ahorro energético y la sostenibilidad. Por ejemplo, la implantación de más renovables, que también tienen su impacto ambiental, no puede significar un mayor consumo energético. Otra cuestión importante es el transporte, que es transversal y afecta a todos los sectores, con alternativas públicas sostenibles y de calidad en detrimento del vehículo privado e iniciativas como la adaptación del coche de combustión al eléctrico. En el transporte, también nos encontramos con un cierto tipo de turismo: ¿vale la pena comprar un billete de avión barato para un viaje de dos días y hacer unas cuantas fotos? Allí dejamos una importante huella de carbono, un coste económico y energético».
El apunte
«Hay que blindar las medidas contra el cambio climático»
Joan J. SerraPara Woerner, «hay que cambiar supuestos valores como el de hacer lo que quiero cuando quiero si eso supone un impacto ambienta. Podemos limitar el turismo en un determinado porcentaje y equilibrar actividad económica, disponibilidad de recursos naturales y capacidad de tratar residuos. La llamada desestacionalización no puede consistir en mantener las puntas del verano y aumentar las del invierno». Otros motivos de preocupación son «la recuperación de los espacios naturales y consensuar y blindar las medidas contra el cambio climático para no depender de cambios de gobierno».