Ante el estado de emergencia climática, un grupo de ciudadanos ha decidido ponerse a trabajar para avanzarse a los nuevos retos que nos tocará vivir. Miquel Ramis (Marratxinet, 1960) forma parte de este grupo de impulsores que desde ArtifexBalear trabaja para la recuperación e innovación de las artes de construcción y la agricultura regenerativa. Ramis lanza ahora otra propuesta más ambiciosa, BalearsVerd, que fomenta la regeneración de los ecosistemas terrestre y marinos de Balears. Para ello es imprescindible la implicación de la sociedad civil y por ello este viernes presentan su propuesta en el CaixaForum (18.30 horas).
¿Como nace BalearsVerd?
— Leyendo los informes científicos sobre el cambio climático te das cuenta del sentido de urgencia y que no hay una consciencia social al respeto. Los científicos avisan y nadie hace nada. Así que decidimos dar un paso adelante.
Aseguran que los efectos del cambio climático en el Mediterráneo van un 20 % más rápido. ¿Por qué?
— La temperatura media planetaria desde la era preindustrial ha subido un grado y en el Mediterráneo se habla de 1,5 grados. Además, esta progresión no es aritmética ya que se ha acelerado en los últimos años. Ante esto los científicos ya han advertido de que cuando a nivel planetario se superen los dos grados de temperatura, nosotros nos colocaremos entre 2,5 y 4 grados más.
¿Ello significa la desertificación de Balears?
—Esto ya está admitido a nivel científico. De Madrid para abajo vamos hacia un escenario de desertificación galopante. Las regiones desde Inglaterra hasta el sur de Francia serán donde tendrán clima mediterráneo. En 50 años aquí no vendrán turistas a tomar el sol porque ellos tendrán nuestro clima.
Una de sus propuestas es sembrar un millón de árboles hasta 2025. ¿Qué se consigue?
—Es muy sencillo, somos un millón de habitantes y sería sembrar un árbol por persona. Uno de los trabajos que hemos hecho precisamente es estudiar la tipología de los árboles. Debemos recuperar los bosques tradicionales que eran de encinas, no de pinos. También debemos recuperar la biodiversidad que esto implica no solo la animal sino de árboles y plantas. Debemos huir del monocultivo.
Crear lo que ustedes llaman los bosques comestibles...
—Arboles que sabemos que sobreviven sin regar y que dan frutos. Es recuperar el capital genético de nuestras variedades autóctonas que sabemos que funcionan porque las otras no están adaptadas a nuestro clima.
¿Sería apostar de manera firme por la agricultura?
— Sí, porque se ha apostado por monocultivos. Debemos empezar a sembrar nuestros árboles, cereales y también nuestros animales. Porque en un momento dado, aunque podamos pagar la importación de productos no podremos traerlos ya que los países cada vez limitan las exportaciones para abastecer a su propia población. No puede ser que la mitad del maíz que importa España se traiga solo de Ucrania, de un solo abastecedor.
Una organización holandesa se ha interesado por su proyecto. ¿Cómo ha sido?
—Buscábamos modelos que nos pudieran inspirar y descubrimos Common Land que se dedica a regenerar ecosistemas. Para esa labor de regeneración tienen dos reglas: necesita una aportación de 10 millones de euros y 20 años para aplicarlo ya que hay que tener una visión a largo plazo. Trabajan en un millón o dos millones de hectáreas y tienen proyectos en Sudáfrica, Australia y también en España en el Altiplano granadino.
¿Aquí se podría aplicar?
—Sería más fácil. Tenemos medio millón de hectáreas de las cuales la mitad están construidas, por lo que hablaríamos de 250.000. Además, lo que les interesó es que nosotros planteamos una regeneración integral, no solo de tierra sino también del mar. Además, nosotros tenemos el clima que ellos (países nórdicos) tendrán dentro de 20-30 años, por lo que tenemos que aprender a cultivar en un clima semi árido. Todos estamos en transición.