Vivir sobre cuatro ruedas. Esta es la situación en la que se encuentran muchos ciudadanos de Mallorca. Los elevados precios de los alquileres, de la comida y los sueldos bajos les han obligado a tomar esta decisión para poder llegar a final de mes. Aunque la mayoría reside en una caravana también los hay que han tenido que acabar durmiendo en sus coches. En Palma ha proliferado este modo de vida y existen zonas que ya cuentan con un gran número de vehículos. Ciudad Jardín, el Polígono de Son Malferit, el aparcamiento de Son Hugo y La Vileta son las que en la actualidad acumulan más autocaravanas. En muchas de ellas habitan personas con trabajo pero con dificultades para hacer frente a los gastos del día a día.
Una de ellas es Visitación Hernández que desde hace dos años vive en una. «Como no tenía casa mis hijos me regalaron una caravana», explica. Desde entonces viaja a cualquier lugar con el vehículo. Estar en movimiento, con la naturaleza o ver el mar son algunas de las cosas que más le gustan y que ahora puede hacer desde su hogar. Asegura que a ella le «encanta» este estilo de vida porque desde siempre ha estado navegando y esto es lo que más se le parece, y añade que no le gustaría estar en un piso. Visitación disfruta del «buen rollo» con los vecinos porque «la gente de las caravanas es como la de los barcos. Todos somos amigos». Al tener placas solares y coger agua de las fuentes puede ahorrarse muchos más dinero que si estuviera de alquiler. Actualmente se encuentra aparcada en una calle de Ciudad Jardín y aunque, en breve se cambiará de sitio, lo que no abandonará será su trabajo como sanadora y masajista de pies.
En la misma zona se sitúa Unai de la Fuente. Este joven bilbaíno compró hace un tiempo una ambulancia que posteriormente camperizó y en la que ahora vive. Desde hace años sentía que se encontraba en la típica vida «que nos han presentado siempre» y necesitaba un cambio, aunque nunca encontraba el momento. Unai veía que pasaban los años y seguía igual, así que al final decidió tomar una decisión y se mudó a la Isla con la ambulancia. Desde entonces lleva dos meses viviendo aquí y está muy feliz. Ahora mismo no trabaja ni tampoco busca porque su idea es dedicarse a escalar, ya que es una de sus grandes aficiones.
A unos cuantos kilómetros más lejos, en el Polígono de Son Malferit, se encuentra José Luis Alcázar que lleva cuatro años y medio viviendo en caravana y dice que «es una de las mejores cosas que ha hecho en la vida». Durante muchos años estuvo compartiendo habitación y cuando intentó comprarse un piso no pudo, entonces optó por adquirir el vehículo de cuatro ruedas. De esta forma, se ha podido permitir tener cosas que con un alquiler no hubiera conseguido. «En el punto verde llenamos los depósitos de agua gratis y para la energía tenemos placas solares», comenta. Aunque el espacio es pequeño y lo comparte con su pareja, no se arrepiente de haber tomado esta decisión. «Desde que tengo la caravana he estado en Ibiza y Formentera y he vuelto aquí», señala el trabajador de seguridad.
Su vecino, Carlos Godoy indica que se quiere comprar una más grande porque «cuando estás en un sitio tan pequeño un metro se nota». Hace un año tuvo el valor de dejar su estudio, que le costaba 600 euros, por este vehículo y está muy orgulloso de ello. «Soy marinero de barco y no trabajo todo el año así que vi esta opción como una de las más rentables», indica. Desde que tiene la caravana ha estado en la misma zona, se ha movido por algunas calles pero no ha salido del barrio. «Los que vivimos en autocaravanas nos interesa pasar desapercibidos, no molestar, ni tener quejas», recuerda. Sin embargo, señala que una vez tuvo que cambiarse de vía porque había gente incívica. En este aspecto, una de las grandes ventajas que tiene el vehículo es que «si no te gustan tus vecinos no tienes que aguantarlos siempre».
En el aparcamiento de Son Hugo está Marc, que prefiere no dar su apellido, y que lleva desde septiembre viviendo en su coche. Este joven vivía en Barcelona, pero en marzo se mudó a la Isla tras conseguir un puesto de trabajo. La empresa le había prometido un plus con el que podría hacer frente a los gastos de los precios del alquiler. No obstante, una vez aquí se dio cuenta de que esa ayuda no iba a llegar. Así que después de una larga búsqueda para vivir en algún piso, decidió que la única forma era estar en su coche. Explica que eligió el aparcamiento de Son Hugo porque de esta forma paga una cuota y así se puede duchar. También se ha comprado un camping gas con el que cocina en el coche. «Hay que adaptarse de la mejor forma posible», dice angustiado e indignado por la situación que le ha tocado vivir.
A sus 53 años, Juan José Alou lleva casi un año viviendo en una caravana y «no por vacaciones, sino porque no puedo pagar un alquiler por los altos precios que hay en Baleares». Su vida cambió por completo cuando tuvo un accidente de moto. «Pasé de tener una casa con cuatro habitaciones a terminar durmiendo en el coche», lamenta. Juan José no podía trabajar por su lesión y el seguro no se quería hacer responsable. Al final cobró una indemnización con la que pagó todas sus deudas y se compró la autocarvana porque «si me voy de alquiler y me surge cualquier imprevisto no le puedo hacer frente». Actualmente reside en el parking de Son Hugo y está buscando trabajo «aunque con mi edad es bastante complicado».
Éstas son solo algunas de las historias de las personas, que por decisión propia o porque la vida no les ha dado ninguna otra opción, habitan en vehículos de cuatro ruedas. Desesperación, placer o reducción de gastos son los motivos más habituales en los que se encuentran y los que les han motivado a tener que vivir en estas circunstancias.