–¿Por qué cree que le ha denunciado después de siete años?– preguntó este martes la fiscal en el juicio en la Audiencia de Palma a un hombre acusado de violar a su amante durante unas prácticas sadomasoquistas.
–Porque ha perdido un juguete sexual que la satisfacía bastante– contestó el enjuiciado, que se enfrenta a una petición fiscal de seis años de prisión y 30.000 euros de indemnización.
Los hechos se remontan al 14 de junio de 2014. La pareja acudió al domicilio del hombre, en Palma, y mantuvo relaciones sexuales. «Practicábamos un sexo un poco violento que se denomina bondage o sadomasoquismo. Y de eso iba nuestra relación», explicó el hombre. Aquella noche, según su versión, le propuso mantener sexo anal y ella dijo que no era lo que más le gustaba, «pero se prestó». Ató a la mujer de la mano izquierda y la penetró. «Nunca sabíamos lo que iba a pasar».
La denunciante acabó llorando. «Yo no tuve la sensación de haberla violado», dijo el acusado, que puso fin a la relación seis años después de lo ocurrido. El hombre contó que tenían un código entre ambos cuando se llegaba a un límite. Era la palabra «rojo».
Atada
La mujer relató que ese día la ató en cruz y empezó a jugar con ella hasta que le introdujo los dedos en la zona anal. «Yo le dije que no, que no lo habíamos pactado, pero él siguió», manifestó entre sollozos. «Empecé a gritar y me tapó la boca y la nariz con la mano. No podía respirar, pensé que me moría». La relación siguió. «Yo seguía queriéndole perdidamente. Tenía una dependencia emocional brutal».