El pasado lunes, 15 de mayo, Pedro González, que es una persona ciega y que trabaja de fisioterapeuta, acudió con unos amigos a un bar de la zona del Portitxol. Al estar llena la terraza, preguntó al camarero si podían utilizar las mesas de dentro, pero le negaron la entrada si accedía con su perro guía, llamado Goku. «Claramente es un perro guía, tenía incluso placa identificativa y el arnés puesto. Yo le dije que no podía negarme la entrada, pero insistió en que eran normas del local». Según relata Pedro, el camarero reiteró su negativa «y nos ofreció cerveza en vasos de plástico para beber en la calle, pero con ello incurría en otro delito, ya que esta práctica está penalizada».
Tras este suceso, denunciará esta discriminación a Consumo ya que recuerda que las personas ciegas o con deficiencia visual con perro guía tienen el derecho a entrar en todos los lugares y espacios públicos y privados, así como en el transporte. «Cuando me niegan entrar en un bar u otro espacio con mi perro guía me siento discriminado; a las personas ciegas nos hacen sentirnos muy mal», lamenta Pedro González, que no es la primera vez que vive este tipo de situaciones.
Falta de información
«Cuando voy a un sitio que no suelo frecuentar, vivo bastante este tipo de discriminación, pero al final consigo entrar después de discutir y de hacerles entrar en razón», explicó Pedro, que aseguró que hay falta de información, sobre todo por parte del sector de la hostelería.
Es consciente de que la mayoría de personas sabe lo que es un perro guía, pero lamentó que en el momento de entrar en ciertos establecimientos no existe la inclusión que espera por parte del trabajador, a pesar de que hay una ley que permite el acceso con el animal. Recordó, además, que le ha pasado en supermercados y en tiendas, pero suele resolverse cuando les dice que puede denunciarles.
«Desde mi punto de vista, se deberían hacer más campañas de concienciación respecto al tema del perro guía y perros de asistencia, que tienen el mismo derecho por ley. Nosotros lo pasamos muy mal cuando padecemos este tipo de exclusión, y la verdad que cansa bastante porque lo vivimos con frecuencia», dijo.
En el caso del bar del Portitxol, al final no consiguió entrar con su perro a pesar de insistir en la normativa vigente. Llamó incluso a la Policía Local mientras rellenaba la hoja de reclamaciones. Ahora espera una cita en Consumo para denunciar los hechos, y lo hace después de consultar con los agentes si este sería el procedimiento correcto.