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El sueño de Lucía y cuando «'imposible' es una palabra prohibida»

Lucía Navarro, una joven con parálisis cerebral infantil, participa en la Binter NightRun apoyada por el músico y atleta Bernat Xamena

Lucía Navarro, una joven con parálisis cerebral infantil, participa en la Binter NightRun. | miquel angel canellas

| Palma |

Para Lucía Navarro (Palma, 2002), «'imposible' es una palabra prohibida». Lucía vive con una Parálisis Cerebral Infantil, un grupo de trastornos permanentes del desarrollo del movimiento y postura, atribuibles a alteraciones no progresivas ocurridas en el desarrollo cerebral del feto. Aunque puede caminar, necesita un caminador, o una silla de ruedas para largas distancias. También afecta a su visión, limitada a un 25 por ciento. «Tengo mis días de bajón, como todo el mundo, pero encaro mi discapacidad de forma positiva: aunque te limite, si recibes la ayuda necesaria puedes hacer vida normal y alcanzar todos tus objetivos personales. La discapacidad ayuda a que me supere cada día. Mi lema es que jamás puede tirarse la toalla, tengas o no tengas discapacidad, siempre debes mantenerte en pie, nunca te arrodilles ante las adversidades de la vida», sostiene Lucía que, como gran aficionada al deporte, quería participar este sábado en la carrera de cinco kilómetros de la Binter NightRun Ultima Hora, pero necesitaba contar con un corredor-acompañante, y lo ha conseguido gracias a la mediación de Ultima Hora.

La joven ha practicado nordic walking y, desde hace unos meses, entrena atletismo adaptado en Príncipes de España; en la última edición participó en la Milla Verde, la prueba solidaria a beneficio de Aspace. Pero esta vez, los 1,7 kilómetros de recorrido eran insuficientes para Lucía: «Con toda la actividad que hago ahora, la distancia se queda corta. Tengo mucho fondo y sé que puedo dar mucho más, quiero superarme. El ambiente de la carrera, con tanta gente que te ayuda, que se esfuerza por hacer el deporte inclusivo, también es un impulso. La gente que piensa en nosotros, que nos abren nuevos caminos, nos cambian la vida», explica la joven, que participará en la prueba con una silla de ruedas convencional y contará con el apoyo de alguien que en su peor momento recurrió también al deporte, el atleta y músico porrerenc Bernat Xamena.

Bernat es músico profesional, trompetista de la Banda Municipal de Palma, y el deporte también fue su refugio. «Tengo distonía focal de embocadura, un trastorno psicoemocional que afecta a muchos músicos, aunque todavía es tabú. Hay quien lo oculta y la mayoría no se da cuenta, pero cualquiera puede haberlo vivido. Es un desorden cerebral, a cada persona le afecta de una manera; creas un sistema operativo paralelo al sistema habitual y, cuando vas a tocar el instrumento, en mi caso tenía espasmos, movimientos involuntarios...», afirma Xamena, que con solo 21 años, sintió el primer síntoma, y en dos años prácticamente no podía tocar. A Bernat le costó siete años recuperarse y, una década después, tuvo una recaída: «De joven tenía obesidad y el deporte ya me ayudó a adelgazar y crear buenos hábitos. En el primer período de distonía era la única forma de dormirme, por puro agotamiento, porque el cerebro no puedes pararlo. Y en la recaída, el deporte me salvó. Creía que me volvía loco, pero me puso los pies en la tierra, y toda la fuerza y constancia que tenía como músico profesional me la llevé al deporte. Además, me di cuenta de que somos capaces de cosas que nunca hubiese imaginado», afirma Bernat, que esta encantado de ayudar a Lucía.

«Siempre realizo retos solidarios, siempre que puedo ayudar lo hago con mucho gusto: no me costó ni un segundo decir que sí a la propuesta. De hecho soy liebre en las medias y las maratones de Palma, y ahora me gustaría acompañar a personas ciegas en carreras. Solo con que estas personas puedan pasar un rato de diversión, de hacer algo que no pueden normalmente, ya me va bien», explica Bernat, que el próximo 24 de junio hará un nuevo reto, a beneficio de ELA Balears: un doble everesting al monasterio de Monti-Sion, en el que acumulará una altura de 17.700 metros positivos, unas 36 horas en bicicleta.

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