La palabra 'disminuido' describe, según la Real Academia de la Lengua Española, a la «persona que ha perdido fuerzas o aptitudes, o las posee en grado menor a lo normal». Reducido, encogido, discapacitado y minusválido figuran como sinónimos en su diccionario. En ninguno de los casos se hace referencia a su sentido peyorativo, a pesar de que es un diccionario de uso que se va adaptando al paso de los años y el colectivo de personas con diversidad funcional lleva tiempo batallando para sustituir el término por otros que pongan a la persona por delante. 'Persona con discapacidad' es actualmente el más acuñado.
La Constitución Española se refiere desde hace 45 años a las personas con discapacidad como «disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos». Aunque el cambio de terminología es una demanda histórica de las entidades que atienden al colectivo, fue la periodista sorda Vicky Bendito quien lanzó hace tres años (a través de la plataforma Change.org) una campaña para cambiar el texto de la Carta Magna, contando con el impulso del Comité de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI), que en 2018 inició contactos con el Gobierno a través de quien por entonces era su vicepresidenta, Carmen Calvo. La reforma del artículo 49 inició el martes su trámite parlamentario y se aprobará previsiblemente este jueves 18 de enero en el pleno del Congreso, desde donde será remitida al Senado para su aprobación definitiva en la semana del 24 de enero.
«Que la Constitución deje de ofender es importante»
El diputado por Baleares Vicenç Vidal (Sumar-Més) celebra el momento con especial alegría. Aunque muchos ciudadanos lo desconocen, es una persona con una discapacidad visual importante. «Para mí evidentemente es una alegría que se suprima este contexto, que la Constitución deje de insultarte y ofenderte. Es algo importante. Lo triste es que se haya tardado cuarenta años», dice Vidal. Explica que «aunque algunos tachan el cambio de pequeño, no lo es. Es un cambio muy concreto y muy importante». Opina que «se podría haber ido más allá y blindar la atención a la dependencia».
«La sociedad tiene que ser inclusiva y estar preparada para que todos podamos desarrollar nuestra vida con normalidad. El Senado, por ejemplo, está adaptado en cuanto a barreras arquitectónicas pero el Congreso es otra historia. Tenemos que entender que si en un parque se incluye por ejemplo un letrero con braille, eso nos ayuda a todos, a la personas ciegas que lo van a leer; pero también a las personas que no son ciegas y van a aprender que existe el braille», concluye.
Las entidades de Baleares afrontan con alegría y a su vez con diferencias la supresión del término ‘disminuido' de la carta magna. No en vano, las siglas de muchas de las asociaciones que atienden a personas con diversidad funcional en las Islas, contemplaban en sus primeros estatutos la palabra 'disminuido'. De ahí proceden por ejemplo la ‘D' de Amadiba o la ‘D' de Amadip Esment. La primera entidad modificó sus estatutos ya hace tiempo para «poner a las personas por delante de la discapacidad» pero decidió no cambiar sus siglas para no perder el efecto de su marca. En cambio Amadip ha vivido ya tres cambios en sus siglas: Primero fue Amadip, después Amadip Esment y actualmente solo Esment. Para ambos «las palabras son importantes».
«Estamos muy contentos porque aunque al final los derechos se traducen en prestaciones, servicios, apoyos y demás, es cierto también que el lenguaje crea realidades. Las entidades, familias y la inmensa mayoría de personas del sector ponen primero a la persona. Si hablas de ‘discapacitados' pones la discapacidad delante. Escribiendo o diciendo ‘personas con discapacidad' primero te reconocen como persona y luego tienes una discapacidad que no puedes obviar y que marca los apoyos», dice Marian Vives, directora del área de Familias de Amadiba.
Amadiba nació en el año 1995. «Entonces nuestras siglas eran Asociación de Madres de Disminuidos de Baleares (Amadiba)» recuerda. Explica que «en ese momento nuestra entidad y muchas otras tenían el 'dis' de discapacitados y el 'sub' de subnormales en sus siglas, es algo que ahora nos pone los pelos de punta». El cambio en la Constitución refleja «algo que las entidades teníamos claro: ponemos a las personas por delante» dice.
Lamenta que «fuera del sector no todo el mundo lo tiene tan claro». «Ahora quizás el hecho de que sea noticia hace que todos incorporen estos términos más respetuosos con las personas discapacitadas», reflexiona. En su caso, aunque hace años que dejaron de emplear el término ‘disminuido', decidieron mantener la letra D en sus siglas. «Optamos por cambiar el texto de nuestros estatutos y suprimir el término, pero mantener nuestras siglas».
Aunque respeta a las entidades que prefieren el concepto ‘personas con diversidad funcional' en vez del concepto ‘personas discapacitadas', Amadiba elige el segundo porque «nos permite definir y ayudar a identificar a las personas del colectivo». Añadiendo una tercera palabra el usuario puede distinguir si se habla de una persona con discapacidad física o psíquica, por ejemplo. «Definir el tipo de discapacidad ayuda a definir nuestro trabajo», explica Marian Vives.
Magdalena Estelrich es la vocal de la asociación Avite, de afectados por la talidomida en Baleares. Ella no se identifica con el término ‘disminuido' pero tampoco con el término ‘discapacitado'. «Para mí todos somos personas, yo de disminuida o de minusválida tengo cero. Siempre me he buscado la vida. Soy profesora jubilada», explica.
Necesidades especiales
Esment (antes Amadib Esment y Amadib en el momento de su fundación) es una organización nacida en 1962 para atender a las personas con discapacidad intelectual y sus familias. Con el paso del tiempo, la entidad ha evolucionado y comparte su manera de trabajar con personas que tienen otras necesidades especiales. Los valores, que constituyen la base sobre la que se apoya la entidad, se han ido adaptando y adecuando a los cambios que requieren los nuevos tiempos, evolucionando incluso en las propias siglas de su marca.
«En Esment celebramos el cambio que se ha realizado del término disminuido por el término discapacitado. Desde hace muchísimos años entidades como Esment trabajamos en este tipo de cambios de concepto para que las personas con necesidades de apoyo se sientan realmente incluidas en todos los ámbitos», dice Carmen Muñoz, responsable de relaciones público privadas de Esment.
«Hace ya muchos años cambiamos el nombre de la entidad Asociación Mallorquina de personas disminuidas por el de Fundación Amadip Esment vinculando sobre todo con el mimo, el cariño y la inclusión de las personas a las que atendemos», añade. «Queremos destacar en todo momento el largo y arduo camino llevado a cabo. Es importante seguir trabajando para llegar a conceptos en los que todo el mundo nos sintamos incluidos», concluye.
«No me gusta que me llamen disminuido»
La Fundación Asnimo es un referente nacional en el trabajo con personas con discapacidad, siendo la primera de España especializada en síndrome de Down. Su director, Tolo Márquez, celebra que las formaciones políticas hayan dado ese paso adelante a la hora de eliminar el concepto ‘disminuido' de la Constitución, una muestra en sus palabras «de la evolución de la sociedad, aunque desde hace años entidades como la nuestra aplicamos el concepto de persona con discapacidad, en primer lugar, porque pone a la persona por delante, que para nosotros es lo fundamental; después, ya se añade su circunstancia, aunque todo avance es de agradecer siempre».
La entidad ya trabaja desde hace más de una década con este concepto de ‘personas con discapacidad', «por lo que este cambio poco o nada nos aporta, más allá de los simbólico. Para nosotros, lo importante es que esas personas tengan la atención que merecen», añade.
De la misma manera, puntualiza Márquez, cualquier concepto que clasifica «genera una problemática, es retrógrado y está fuera de contexto en nuestra sociedad». Igual que otras personas de estos colectivos, desde Asnimo esperan que esta medida que sacará adelante el Congreso «vaya acompañada de otras, que quede un poso y no sea una mera foto».
Una persona que sabe lo que es convivir con un discapacidad física desde que nació es Sergi Roig. El polifacético regatista paralímpico en Río 2016 reconoce que el concepto ‘disminuido' que se elimina de la Carta Magna «no es agradable, al menos a mí no me gusta que me llamen disminuido. Resulta hasta ofensivo o despectivo, es casi un insulto pienso», asegura, a la vez que reconoce que «a mí no se me ocurriría usarlo para dirigirme a nadie», y justifica su presencia en el texto en el que hecho de que en 1978 «no se tenía reconocimiento alguno para nuestro colectivo».
Aprovechando la circunstancia, desea el deportista de Campos «que sea un primer paso para que cambien muchas cosas, para que las personas con discapacidad, sea la que sea, tengan igualdad de oportunidades realmente. Somos los mismos aunque se cambie esta denominación», asegura.
Más contundente se muestra una personalidad reconocida en el mundo de la sociedad como es Víctor Uris. El popular músico, su silla de ruedas y su armónica forman parte de la escena cultural isleña desde hace muchos años, y admite, desde su opinión, que «la terminología me importa poco; lo que quiero es que se nos trate como a cualquier otro», y cuestionado sobre lo adecuado del uso del concepto ‘disminuido', bromea respondiendo: «¿disminuido yo? Si mido 1'92 (risas)».
Respecto al cambio de denominación en la Constitución, asegura que «es lo mínimo que creo que se podría hacer», remarcando que «llega un poco tarde», por lo que espera que «más allá de la palabrería, espero que con él haya hechos palpables». Coincide con otras opiniones en la relevancia de que «la persona esté por delante, y lo agradezco. Pero para mí, lo que vale es que nos traten como al resto», concluye.