El prestigioso pintor y escultor alemán Emil Schumacher, fallecido el pasado día 3 de octubre en su casa de Eivissa a la edad de 87 años, mostró la importancia que la isla tuvo en su obra durante los últimos años de su vida con una serie de obra gráfica titulada genéricamente «Ibiza Serie», elaborada durante 1990. Entre las galerías europeas que exhibieron este trabajo se encuentra la suiza Annamarie M. Andersen, ubicada en la ciudad de Zurich y que presentó la «Ibiza Serie» entre los meses de abril y junio de 1993. Los tonos ocres, rojizos y azules, combinados con trazos negros, dominan esta particular obra de Schumacher.
Este artista siempre se definió como «un pintor feliz» e iniciaba sus obras emborronando con color el papel sobre el que iba a trabajar. Schumacher explicó en alguna ocasión que «el resultado logrado debía ser cuestionado una y otra vez hasta llegar a una imagen que demostrara que aún se está vivo». Con motivo de la exposición suiza de la «Ibiza Serie», Jürgen Glocker escribió que desde los años ochenta, Schumacher inició «una vuelta a la naturaleza y a la objetividad» en su obra, como consecuencia de varios viajes a Túnez, Marruecos e Irak.
Para Glocker, en el centro de las creaciones de Schumacher está «la naturaleza y el mundo salvaje desde un punto de vista, a veces, primitivo, sencillo». A lo largo de su vida, el pintor alemán definió el ensamblaje que realizaba entre la imagen externa y la interna que intentaba plasmar del siguiente modo: «Intento trabajar sobre lo que ya conocía, antes de haberlo visto».