El escritor y periodista abulense José Jiménez Lozano recibió ayer de manos del Rey don Juan Carlos el Premio Cervantes 2002 en un acto que reunió a algo más de un centenar de invitados y en el que el premiado aludió, en su extenso discurso, al «modesto oficio» del escritor (más bien, «escribidor», como a él le gusta decir), así como a la ironía de la escritura de Miguel de Cervantes. Jiménez Lozano subrayó la importancia del idioma español que, según dijo, «nos rige». El autor castellano reivindicó, una vez más, lo «fantástico» que es el acto de la lectura y reconoció en Miguel de Cervantes la influencia del pensamiento renacentista que impregna su escritura y cómo se alimenta «de la memoria y de la escucha, que son materias del contar». Asimismo, el premiado, que está a punto de cumplir los 73 años, afirmó que Cervantes «puede y deber ser incluido en ese pequeño número de genios verdaderos que Simone Weil señala como los únicos dignos y capaces de mostrar la desgracia y la condición de los aplastados por ella». Destacó también el «humanismo» y el «espíritu de fineza y el de geometría» que reúne la figura y el lenguaje de Cervantes y añadió que el autor alcalahíno mostró que «el mundo y el rostro de los hombres y los libros humo son, pero también gloria y alegría».
En su intervención, la ministra de Cultura, Pilar del Castillo, calificó a Jiménez Lozano de «hombre bueno», condición «difícil de encontrar», dijo. La ministra reconoció que el galardonado «ha demostrado de sobra su pertenencia a la estirpe literaria y moral que deriva de la enseñanza cervantina, con dos rostros: el de la humildad y el de la ironía».
Por su parte el Rey, que cerró la ceremonia, resaltó en su intervención «la variedad y riqueza» de la obra literaria de Jiménez Lozano, su «talento» no sólo como novelista o ensayista sino también como periodista con artículos «ejemplo de profundidad y claridad», y aludió asimismo a su «humanismo de raíz cristiana».