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Robert Hawkins se reencuentra con la luz y el mar de Formentera

El pintor norteamericano presenta hasta mediado de mes una exposición en la sala del Ajuntament Vell

Robert Hawkins, que vive a caballo entre París, Italia y Formentera, ayer con algunas de las obras que presenta en Sant Francesc. Foto: G. ROMANÍ

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Hasta mediados de mes estará abierta al público en la sala de exposiciones del Ajuntament Vell de Formentera una muestra de la última producción de Robert Hawkins. El artista norteamericano, residente habitual de la isla por largas temporadas, desde que la descubriera a mediados de los 70, no presentaba sus trabajos en la isla desde el verano de 2000, época en la que realizó el cuadro que figuraba en el cartel de las fiestas de Sant Jaume.

En su nueva exposición Hawinks ahonda en la temática presentada en aquella ocasión, aunque con una clara diferencia temática: si entonces se centraba en los kioscos de las playas, a los que llamaba dinosaurios en peligro de desaparecer, este verano la visión del veterano artista ha enfocado su pincel hacia los rincones menos explorados de la isla, en los acantilados de la zona de Can Marroig, para de esta manera captar la fugacidad del instante de un perro corriendo por la arena o una mujer nadando entre transparencias tornasoladas; entre otras sugerencias que su sensibilidad capta.

La muestra que inauguró ayer se compone de alrededor de una docena y media de telas en las que domina el gran formato, siendo las composiciones una continua alternancia o combinación sugerente de colores fríos y cálidos al servicio de una composición y una idea buscada y encontrada.

Hawkins reconoce que su manera de pintar es rápida, muy rápida casi mecánica, por cuanto lo que más le interesa «es captar o fotografiar el momento y para ello hay que ser rápido y preciso por cuanto la luz cambia demasiado deprisa». En sus obras, todas realizadas este mismo verano, a excepción de un nocturno de 1996, predomina un tipo de pintura plana, fruto del trazado rápido y espontáneo. Hawkins explica que nunca está más de hora y media pintando porque «en ese tiempo el cambio de luz es excesivo; y en todo caso, más tarde acabo de dar los últimos retoques, pero la base de la obra siempre es fruto del instante»; y señala que en ocasiones pinta casi a ciegas ya que tras captar la impresión procura abstraerse al máximo de los cambios para no distorsionar la idea original.

Deudor de Sorolla
Robert Hawkins nació en Boston (Estados Unidos) y descubrió Formentera en 1976, a la que acude cada año para pasar varios meses. Su vida transcurre entre París, Italia y su refugio mediterráneo favorito, donde se encuentra muy a gusto yendo arriba y abajo con su coche lleno de telas, óleos, pinceles y un fuerte olor a aguarrás y trementina; señas de identidad de un artista «full time».

Hawkins, que estudió arte en su país natal explica que sus principales influencias en materia pictórica son John Singer Sargent, quién vivió en Mallorca a principios del siglo XX; Anders Zorn y, sobre todo, el valenciano Joaquín Sorolla. De este pintor español, el artista subrayó que «la escuela impresionista americana debe mucho a la obra de Sorolla, tanto en el tratamiento y composición de los cuadros como en la captación del momento a través de la luz». Según este artista, que ama y disfruta de Formentera, «todos mis maestros sentían una predilección especial por Sorolla, algo que de una u otra manera se refleja tanto en su obra y también en la mía», concluyó.

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