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Irène Wangler-Himmelbach eleva el ropaje a gesto mágico

La pintora suiza presenta en Formentera una exposición de pliegues y colores

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Irène Wangler-Himmelbach, expone por segunda vez en Formentera, lugar en el que vive desde hace tres décadas, y lo hace con una muestra totalmente distinta a la presentada dos años atrás. La exposición de Irène Wangler-Himmelbach sorprende en todos sus aspectos, el primero de ellos por el tema que aborda, el ropaje, y en segundo lugar por el gran formato de los lienzos que cuelga en la sala de exposiciones del Ajuntament Vell de Formentera. «La inspiración parte del tratamiento que los grandes maestros clásicos dan al ropaje, algo que para ellos era sólo un detalle y una manera de calificar y prestigiar a los personajes. Yo lo abstraigo hasta conformar el objeto pintado», explicó.

Para Irène Wangler «el ropaje es una idea autónoma en la que procuro buscar el aspecto tridimensional en los pliegues»; señalando que Rembrandt o Tintoretto, pero en especial Van Eyck y Miguel Àngel son quienes le han descubierto un camino a seguir. Una obras que han sido creadas a través de la música, en especial una serie, más oscura, e incluso más recargada en la que Wagner es un elemento catalizador. «Hace décadas no quería saber nada de la música de Wagner, en especial desde una vez que acudí a una representación de Lohengrin, pero con el tiempo mi percepción de su música ha cambiado tanto hasta el punto que una de las obras expuestas debe mucho aTannhauser que estuve escuchando mientras lo pintaba», apuntó Irène señalando el cuadro principal de la exposición en que unos ropajes de un color verde intenso sorprenden al espectador en cuanto entra en la sala.

Wangler-Himmelbach considera que su obra «es algo nuevo, es el producto de buscar el propio camino en el arte y la prueba de ello es que mucha gente no sabe donde encasillarme, estoy fuera del guión».

Su actual apellido proviene de su matrimonio con el fotógrafo Rudolf Wangler. Descubrió Formentera hace más de 30 años. «Vine como una hippy», ya que unos amigos suizos la invitaron a conocer la isla; «Vine en principio sólo para un par de días, pero me quedé más de un mes; desde entonces Formentera ha sido mi casa», aseguró.

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